Infidelidad concertada
Fecha: 30/03/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Dany, Fuente: CuentoRelatos
... acompañante e hizo un gesto como de sorpresa. Gerardo se cubrió, en un acto reflejo, con las manos. Cecilia, se acercó, le quitó las manos de la entrepierna, le agarró el pene, se agachó y le dio un beso en la punta, en el bálano. Luego se introdujo en la boca aquel capullo y jugueteó con él con su lengua. Recorriéndolo completamente con ella varias veces. El miembro de Gerardo se puso rígido al instante; Cecilia quitó su boca de él y lo agarró con sus dedos. ―Eso es lo que me daba pena ―dijo avergonzado Gerardo. ―Qué cosa ―le preguntó Cecilia tratando de aparentar ignorancia. ―Vamos, no finjas, pues ya te has dado cuenta de que mi miembro es muy pequeño. Cecilia ya le quería, y recurrió a un truco psicológico para que Gerardo no se sintiera mal. ―Lo importante ―le dijo con gran aplomo―, es cómo se hace, no el tamaño del dispositivo con el cual se hace. Y no vamos a desperdiciar este momento en el que estamos juntos en este hotel que, además debe de ser muy caro, filosofando sobre eso. Venga, vamos, quiero ser tuya y complacerte en todas las perversiones que se te ocurran. Y se quedaron allí toda la noche haciendo el amor y practicando una que otra perversión de las que se les ocurrieron a ambos. Aquella noche Gerardo también supo que la chica que le acompañaba era una experta en caricias amatorias, no era solamente aquella muchacha de suaves modales que derramaba ternura; pero no quiso saber dónde las había aprendido. Eso sí, aunque el instrumento de Gerardo no atemorizaba ...
... a nadie, su resistencia lo compensaba. Y pasaron casi toda la noche amándose con lascivia. Unos días después de aquella noche de amor lujurioso en el hotel, comenzaron a vivir juntos. Fijaron como residencia la casa de Gerardo, que era grande y estaba decorada con muy buen gusto. Pasaron los días, luego las semanas, y después los meses; y todo parecía ir muy bien entre Cecilia y Gerardo, el sexo lo disfrutaban al máximo, pues ese era el idioma que mejor hablaban. Sin embargo, Gerardo intuía, con esa intuición que se gana con el tiempo de vivir con alguien, que a su compañera algo le pasaba, que tenía un vacío. Pero cuando trataba de ahondar sobre ese tema en conversaciones sostenidas con ella, la chica le decía que se sentía bien, que no echaba nada en falta. Que esas eran ideas que él se había formado en su cabeza. Y así continuaron las cosas. Un día, después de poco más de un año de estar juntos, Gerardo tuvo que ir a oro país, con el fin de arreglar unos negocios con la filial de una de las compañías para la cuales trabajaba, tenía que irse por una semana completa, de lunes a lunes; era la primera vez que tenía que viajar al extranjero desde que había comenzado a vivir acompañado. El día que tenía que irse, un taxi llegó por él para llevarlo al aeropuerto. Antes de partir, entre arrumacos y besos se despidieron Cecilia y él. Mientras Gerardo estuvo fuera, todos los días le hablaba por teléfono a su amada dulcinea. Pero la semana pasó rápido, y Gerardo que no era nada lento ...