Infiel, tres veces
Fecha: 28/02/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... momentos exquisitos de verdad. Poco a poco, pero sin dejar de beberme, fue desplazándose hacia mí, como para formar eso que llaman el sesenta y nueve. Me estaba pidiendo correspondencia y en esas condiciones no podía negársela. Le besé con cautela en un principio, pero poco a poco tomé la confianza necesaria para ofrecerle reciprocidad. Nos entregamos entonces al delicioso favor de nuestras bocas... llegamos casi juntos. Nunca antes había probado el sabor de la miel del hombre. Honestamente, no me gustó la sensación de flemas en mi garganta, pero el rostro de satisfacción de mi pareja en turno lo valió todo. Se recostó junto a mí y descansamos un rato. Los ruidos de Ofelia me volvieron a la realidad. "¿Pero qué hice?" me pregunté de nuevo. Aquella había sido una imprudencia mayor que la del día anterior. Me paré, me vestí y salí del cuarto para huéspedes tan pronto como pude. Él me despidió momentáneamente con un guiño socarrón. En el trayecto hacia mi recámara me topé con Ofelia, pero preferí no mirarla a los ojos... no podría resistir su mirada inquisidora... Ya en mi cuarto, me lavé la boca y me quedé meditabunda sentada en la cama... por largo rato me atormenté con el reproche de mi conciencia. Había oído historias de infidelidad de gente conocida, pero nunca imaginé que a mí me tocaría saber de eso. Sonó la puerta entonces. Mi corazón se aceleró. ¿Ofelia se atrevería a reclamar mi actitud? "Adelante" dije con voz entrecortada. Al instante siguiente veía el rostro de ...
... Juan Luis, quien se despedía porque tenía que regresar a sus asuntos del trabajo. "Llévate la camioneta", le dije ofreciéndole las llaves de mi auto. Las tomó agradecido, me dio un beso en los labios y partió. Toda la tarde la pasé en mi cuarto; meditando sobre lo ocurrido y sobre lo que podría ocurrir al rato. Esa sería la segunda y última noche de Juan Luis en la casa, pues venía sólo por dos noches. ¿Qué es lo que debía hacer? No encontré respuesta. Llegó la noche y con ella Juan Luis con un hermoso ramo de rosas rojas para mí. ¡Hacía tanto que Ernesto no me regalaba uno! Cenamos normalmente y acudimos al salón de TV para escuchar las noticias. Él se sentó junto de mí, como si fuera mi marido, abrazándome, y de nuevo no hice nada para impedirlo. Al poco tiempo me desvistió y ahí mismo me hizo suya de nuevo... Dormimos juntos en mi recámara, y al día siguiente lo llevé rumbo al aeropuerto. "¿Arreglaste tus asuntos?" le pregunté en el trayecto. "Todos" me respondió al tiempo que colocaba su mano cariñosamente en mi entrepierna. Ernesto nunca me preguntó sobre las rosas ni la gargantilla. Poco tiempo después descubrí que Ernesto en realidad no había ido a Chihuahua, sino a Monterrey, donde vive Juan Luis. Varios cargos en su tarjeta de crédito me lo hicieron saber. Entre ellos, uno de una joyería y otro de una florería. ¿Acaso estos granujas habían intercambiado a sus esposas sin que nosotras lo supiéramos? Creo que eso fue lo que pasó... y me gustó. [Relato dedicado a Maite]