Fiesta de Halloween
Fecha: 24/02/2019,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... Súbitamente, se desató el clímax: Mar, moviendo enérgicamente sus tetas arriba y abajo, concentró su esfuerzo: su cara apretada por el placer, sus hombros encogidos por los espasmos, su grito que se reproducía pareciendo perderse en un túnel; Alfredo, dejándose llevar, elevando su trasero a cada reclamo del placer, expulsó su semen a borbotones y quedó... muerto. Olga regresó a casa a esa hora en que las primeras claridad del día hacen asomarse tímidamente las sombras a los objetos. Antes de entrar se miró en el espejo del ascensor para comprobar que no quedaran restos de la pasada noche: restos del atropellamiento con el que se folló a un apuesto zombi en el asiento de atrás del coche de éste; restos de la furia con la que se embestían ambos, diablesa con zombi, zombi con diablesa, semidesnudos: carne maquillada mordida por colmillos, tetas bamboleantes dentro de labios renegridos; la brutal verga del muerto viviente atravesando los sedientos labios vaginales de la no muerta; restos de la feroz eyaculación del zombi en su disfraz, ya que no le permitió correrse dentro de su cuerpo, pues era Alfredo quien prevalecía sobre cualquier ocasional semental y sólo de sus jugos permitía que se regase su sexo; restos de su carmín corrido tras la posterior mamada que le tuvo que hacer al de seguridad para poder irse sin pagar de la discoteca. Nada, estaba impoluta, mantenida la elegancia de diablesa con la que se fue, y así se presentaría ante Alfredo y se lo follaría, como había ...
... prometido, antes de dormirse. Haciendo el menor ruido posible, para no despertar a Alfredo bruscamente, Olga sacó las llaves y abrió la puerta. La casa estaba en silencio, tal y como esperaba. Avanzó por el pasillo hasta la cocina y sacó una botella de agua del frigorífico de la que dio un largo trago, tenía sed. Mientras bebía, Olga, vio frente a sí el almanaque colgado de la pared: "Uno de noviembre, Día de Todos los Santos", leyó, "bah", pensó despreciativa. No, no lo debió ser, porque, sí, un santo parecía Alfredo, un santo de gesto beatífico en su lecho de muerte. Olga no podía creer lo que vio al entrar al dormitorio: Alfredo yacía inmóvil, con los ojos abiertos, fija la cadavérica mirada en el techo; su pene lo tenía flácido, sacado de los slips, con el glande amoratado salido del capullo y recostado sobre la blanca escayola. Olga corrió hacia la cama; gritó: "¡Alfredo, Alfredo!" Mal hiciste Olga en abandonar a tu amado compañero una Noche de Ánimas, pues una vino y te lo arrebató pensando que sólo a ella Alfredo pertenecía, queriendo pasar toda la eternidad con él, y tú, Olga, fuiste a divertirte y lo perdiste. Olga, estás arrepentida, pero eso no te devolverá a Alfredo, deberás buscarlo en la Otra Vida. Inspeccionó Olga al muerto en busca de pistas. Primero, certificó su muerte comprobando aterrorizada que no tenía pulso; segundo, vio que la caja de pastillas contenía el mismo número de éstas que cuando se despidieron, y descartó el suicidio; tercero, palpó el frío cuerpo ...