CAPERUCITA ROJA
Fecha: 22/10/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: dulces.placeres, Fuente: SexoSinTabues
Samanta no me cautivó solo por su impresionante figura sino también por su forma de ser, es de esas mujeres sensuales, que te derriten al hablar, de esas que la sexualidad le sale por los poros Su voz es un susurro, sus ojos azules un mar de tranquilidad y sus negros cabellos saben a ternura, así caí perdidamente enamorado en sus redes, redes de las que no quiero escapar. Apenas tenía treinta años pero estaba seguro que había encontrado la que sería mi compañera hasta el final de mis días. Así fue que tras unos pocos meses de noviazgo decidimos comprometernos formalmente, y nos casamos tanto por civil como por iglesia y nos fuimos a disfrutar una hermosa luna de miel en la que esa mujer me dio el mejor sexo de mi vida Hacía algunos años que ella trabajaba en una empresa de elaboración de fármacos, sé que es una conocida multinacional y que la mayoría de las personas contratadas son mujeres, solo algunos puestos específicos como mantenimiento y la gerencia principal son ocupados por hombres, sonrío al recordar que Samanta siempre se queja por el toque ‘machista’ de la empresa, su pregunta es: por qué el gerente general no puede ser mujer?. Como suele suceder en estos casos, yo conocía algunas de las chicas con las cuales había una amistad de por medio y algunas veces salíamos a cenar, incluso también conocía a algunos maridos de las mismas, esas cosas rutinarias que se dan en todas partes. Habían pasado ya nueve lunas desde nuestro compromiso y nos acercábamos al año de ...
... matrimonio, estábamos en Diciembre y como todos los años el gerente general de la empresa agasajaba a todos sus empleados y sus parejas en una casa de fin de semana que tenía en las afueras de la ciudad, era un gesto de camaradería y un obsequio a todo el personal como reconocimiento al duro año que se terminaba. El año anterior yo había evadido la fiesta con la escusa de que llevábamos poco tiempo de conocidos, pero ahora no había escape, ahora era su esposo. Solo había un pequeño detalle en el que pensaban innovar, las chicas habían acordado llevar disfraces para hacer algo diferente y ponerle un poco originalidad a la noche, yo no soy muy amante de esas cosas, pero era invitado en su fiesta, en su trabajo, así que no tenía forma de cambiar la historia. Había llegado el momento y como suele suceder yo estaba listo para salir mientras ella aún daba vueltas y dudaba que ropa ponerse, esta cosas típicas de mujeres me sacan de quicio, así que me acomodé en mi mullido sillón, tomé el control remoto y me puse a dar vueltas por la televisión, saltando de canal en canal sin ver nada. Ella tardaba más de lo acostumbrado, por suerte ya tenía el disfraz guardado a un costado, bien oculto, me dijo que sería de caperucita roja, pero era una sorpresa. Samanta pasó con un vestido, luego con otro, con zapatos negros, con blancos, daba vueltas, yo me acomodaba cada vez más en el sillón asqueándome en su indecisión, me adormilaba... Cuando al fin se decidió emprendimos el viaje, llegamos a la ...