1. Quieres problemas?


    Fecha: 06/02/2019, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... metí a orinar al baño y mientras descargaba mi vejiga en el mingitorio vi que a mi lado estaba ella, parada como un hombre, orinando como un hombre, luciendo como una mujer bastante asexuada. Yo no tenía el valor de asomarme a su mingitorio para ver si tenía pene o una habilidad extraordinaria para orinar parada sin mojar sus pantalones. Ella en cambio dio un pequeño vistazo a lo que tenía yo en mi mano, evaluó, pero nada en su rostro me dio una pista de su opinión. Pese a que sentí cierta incomodidad, no dije palabra. Sin pensar, notaba que mi pene orinaba con poca convicción, y sin embargo lo que empezaba a hacer con total convicción era hincharse. Yo no quería delatar mi interés. Sin embargo mi miembro no acataba mis razonables ordenes, y se hinchaba. Escuché que ella cerró su bragueta. El baño estaba solo, se escuchaba una reyerta afuera, como si hubiera problemas. Ella, porque hasta ese entonces yo seguía pensando que se trataba de una mujer, me tomó de la cintura y me metió a un privado de un retrete. Se sentó en la taza luego de ponerle la tapa protectora y me puso de espaldas a la puerta y comenzó a tocar mi verga, con una suavidad y fuerza que me hacían relinchar. Con sus dos manos me tomaba del falo y de los testículos, haciendo un ovillo. Se escupió en la mano y puso mi palo entre sus dedos índice y anular, y comenzó a pajearme de una manera soberbia. Por fin mi palo estaba a su máximo tamaño. Sentía inquietud en los huevos y el esperma comenzaba a tocar sus ...
    ... trompetas que iniciaran su marcha guerrera. Para mi sorpresa, ella dejó de pajearme. Miró mi verga y la analizó. Puso cara de tristeza, de gran decepción, algo así como melancolía pura. Se paró del retrete, abrió la portezuela y se salió del baño. Nada más salió y entró una avalancha de cabrones que daban señas de estar reventando sus vejigas desde hacía rato. Los miré extrañado, ¿Por qué no entraban antes si se morían de ganas de mear?. Ellos me miraron extrañados también, y no sólo eso, también me mentaban mi madre, "hijo de puta", decían. Hasta entonces reparé que me veían extraño porque lucía extraño, así, parado frente a un retrete con tapa puesta, con la verga demasiado erecta y de fuera del pantalón. Salí del baño pensando que Brenda seguro sospecharía que había tardado demasiado. Compré palomitas de maíz y refrescos y me apuré pues de nuevo habían apagado las luces de la sala. Seguro lucía muy extravagante, y sin embargo no le contaría nada. Ella no sabía nada acerca de esta extraña, no le había contado lo del estacionamiento y menos lo de las latas, y por supuesto no era momento para contarle de esta mujer ahora. Con semblante de hipócrita me adentré a la oscura sala del cine, diría que me sentía mal del estomago o algo así. Para mi sorpresa Brenda no había encontrado asientos, seguía parada en la bardita del pasillo final del cine. Caminé lento, encabronado, mirando absorto que un fulano le masajeaba las nalgas con parsimonia, se las tocaba con toda la intención. -¿Pero ...
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