Quieres problemas?
Fecha: 06/02/2019,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... a la puerta de salida. Mi sorpresa no pudo ser mayor cuando vi que detrás de mi Mustang estaba un Toyota Célica, casi nuevo, tentándole las nalgas para no estorbar en la tercera fila en que estaba. Alcé los brazos encabronado y luego los bajé en medio de un berrinche, y cabizbajo como un completo pendejo regresé al edificio y franqueé la pesada puerta de cristal y con mi mejor cara de histeria dije "Toyota Célica, el dueño de un Toyota Célica verde olivo favor de moverlo". Todos me miraban como al imbécil que era. Tres veces repetí la misma frase como si fuera un perico muy idiota, a diferencia de mi fantasía jodedora en que el dueño del coche estorboso se movería lento pero seguro a quitarlo, en mi caso nadie dijo ser dueño del Toyota. Más encabronado que antes me salí de la oficina y me recargué en uno de los costados de mi Mustang, esperando que el hijo de su puta madre dueño de ese Toyota Célica lo moviera para poder salir. Luego de diez minutos de perder la cordura, de estar mirando para todos lados, de contar cuantos vehículos pasaban por la avenida y de ver que no cruzara un conocido que me reconociera en este predicamento tan insulso, luego de ubicar cada tienda que estaba enfrente, luego de dudar si valdría la pena almorzar mientras espero que el cretino del Toyota apareciera, después de todo enfrente estaba un puesto de almuerzos y varias gentes comían con gusto, me fui encaminando a los almuerzos, esperando que se desocupara una silla, después de todo había que ...
... sacarle buena cara a esta situación tan molesta. Miraba los platos de los que comían sobre las banquillas individuales y alzadas del puesto de almuerzos callejero. Cruzando la calle seguía el Toyota detrás de mi Mustang. Si miraba los platos era para ver que surtido elegiría ya que me sentara, además que calculaba cuál de ellos acabaría primero. Todos comían como si les pagaran por tardarse más, y la más aventajada era una chica bajita que comía como una ardilla, hasta eso, valía la pena ponerse cerca de ella porque olía a una fragancia dulce que no alcanzaba a distinguir, además que se le dibujaban unas caderitas bastante aceptables. Su masticar era extraño, como si se riera de alguna maldad que estaba haciendo o de alguna que recordaba en ese instante, como si masticara pequeños liliputienses. Vi que la chica ardilla se limpiaba la boca con una servilleta, pagaba y sacaba de su bolso unas llaves de auto. Se paró de su banquito y noté que realmente era muy bajita, no era una enana pero si lucía como una belleza a escala 70:100, sus tacones la elevaban a la normalidad, me sonreí, supongo que no me ligaría con una chica así de singular. Puse mayor atención, las llaves eran ciertamente de un Toyota. Mi mente era una vaporera sólo de pensar que la tipa hubiera estado viéndome histérico e iracundo y que ello no hiciera nada por apresurar la velocidad de sus mandíbulas. Bueno, nada estaba dicho, ella podía ser dueña de otro Toyota y no del que le tentaba el culo a mi Mustang. En ...