Trágica historia de sexo
Fecha: 27/12/2018,
Categorías:
No Consentido
Infidelidad
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... nadie ganaría. De repente se me ocurrió una idea. La próxima vez que me invitaran a una reunión, la aceptaría. Y apenas pudiese, agarraría el celular del imbécil de Germán y borraría todos los videos que tuviese. Claro que era probable que hubiese hecho copias, pero era lo mejor que podía hacer, al menos de momento. Una semana después de ocurrírseme esa idea, me llega un mensaje de Gonzalo. “Hoy truco en lo de Mauro ¿te prendés?”. Le contesté que cuenten conmigo y a la noche fui a la reunión. Lejos estaba de pensar, que en lugar de ayudar a Huguito, terminaría contribuyendo a la terrible tragedia que sucedería unos días después. …. Eran cerca de las ocho de la noche. La casa de Mauro era en realidad, su segunda casa. Un sucucho pequeño y ruinoso que usaba para liberarse por algunas horas del tedio familiar. Hubo varios detalles que tendrían que haberme llamado la atención: las miradas cómplices de Mauro y Germán, el hecho de que el anfitrión no nos ofreciera un vaso de cerveza apenas llegamos, las constantes miradas al reloj de los susodichos… pero yo estaba muy concentrado, esperando el momento ideal para agarrar el celular de Germán. Aprovecharía cuando se fuese al baño. Seguramente lo dejaría sobre la mesa ratona. Si los otros dos me veían toqueteando el teléfono ajeno no me importaba, lo que valía era cumplir con mi acometido. Pero todas mis elucubraciones se fueron a la mierda desde el instante en que sonó el timbre. — ¿Invitaste a alguien más? Qué raro. — dijo Gonzalo. ...
... — Es una sorpresa. — dijo con su maldita sonrisa Germán. — ya vengo. Y a pesar de no ser el dueño de la casa, fue a atender la puerta. Se escucharon susurros. Por un instante Germán habló con vehemencia, hasta parecía enojado. Pero finalmente entró junto con la invitada. Era una mujer joven, con el rostro muy bello, y tenía el pelo castaño extremadamente lacio, era evidente que se lo acababa de planchar. Estaba vestida completamente de negro: pantalón de cuero ceñido a su esbelto cuerpo, camperita ajustada del mismo color, y botas relucientes con el taco muy alto. Era muy hermosa. — ¿y ella quién es? — pregunté. Sin dejar de mirarla arriba abajo. —Es la chica que nos va a servir la cerveza mientras nosotros jugamos. — dijo Germán. — dale, andá a la cocina a buscar la botella y unos vasos. — le dijo a la chica, y cuando esta, sin omitir palabra, fue a donde le dijeron, Germán le pellizcó el culo de una manera muy obscena. — ¿Trajiste a una puta? — le pregunté, cuando la chica ya no nos podía oír. Germán y Mauro intercambiaron miradas cómplices. Gonzalo pareció querer decirme algo, pero se contuvo. La chica volvió con cuatro vasos. — Traé la birra más fría. Y sacate la campera que debes tener calor. — y cuando la chica volvió a la cocina, Germán se dirigió a mí. — es la chica de la limpieza. — dijo, jocoso. — le pedí que hoy nos venga a dar una mano a cambio de unos mangos más. Era imposible que me trague una mentira tan estúpida, sin embargo, tampoco pude vislumbrar la obvia ...