1. Se acabó la castidad


    Fecha: 26/12/2018, Categorías: Infidelidad Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos

    ... ella, era mucho mejor en carne y hueso que en mis sueños. Tenía los pechos redondos y erguidos, una cadera que para haber dado a luz tres niños, parecía la de una modelo, el bello del pubis recortado y un culo de infarto que es lo que yo pensaba que me iba a dar. Recostada en la cama, empecé a besarle los lóbulos de las orejas, el cuello, los pechos, mientras mis dedos acariciaban la entrada de su vagina. Notar que estaba empapada de sus secreciones vaginales elevó aun más mi excitación. Sin dudarlo bajé rápidamente a beber el caldo que su almeja soltaba, era impresionante le llegaban hasta el culo lo cual me enloqueció aun mucho más. Mientras le comía la almeja llegó a un orgasmo tal, que empezó a cerrar las piernas pillándome la cabeza como si quisiera tenerla ahí para no dejar de sentir semejante placer. Cuando por fin se pudo mover me tumbó en la cama y empezó a hacerme una mamada que no se parecía a las que me hacia mi mujer, que solo chupaba la puntita un poco y con la lengua, no ella no, se introducía todo el miembro dentro de la garganta, pegando unos chupetones haciéndome imaginar que iba a vaciar todo mi cuerpo por ahí. Dios es indescriptible lo que sentía, me retorcía como si fuese a partirme en muchos pedazos cuando llegué al orgasmo. Isabel se tumbó boca a bajo al lado mía, ahí creí que se acababa todo, por un momento le dije adiós a la idea de poseerla por culo, cuando tuve un momento de lucidez y reaccioné. -Oye Isa, ¿quieres que te dé un masaje?. -Mientras ...
    ... me dejes descansar haz conmigo lo que quieras. Me puse encima de ella a horcajadas quedando mi miembro aun flácido en la raja de su culo. Comencé a darle el masaje por los hombros, el cuello, las espaldas, en pocas palabras a magrearla. -No sé dónde has aprendido a hacer masajes pero vas a conseguir que me quede dormida. -Estupendo, -le dije yo- así cuando te duermas podré abusar de ti. Mientras subía para llegar más fácilmente a los hombros y bajar para la espalda, mi pene se rozaba con la raja de su culo provocando una nueva erección. Me eché encima de ella volviendo a besarle el cuello, la espalda, así hasta alcanzar los cachetes del culo, donde me entretuve en darle besos, chupaditas y mordisquitos hasta lograr acercarme al lindo agujero negro que me traía loco. Durante todo este tiempo mi mano derecha no paraba de acariciar su vulva intentado provocar otro torrente de jugos vaginales, el cual no se hizo de rogar. A todo esto mi lengua ansiaba pasearse por su agujero, dando vueltas alrededor de él esperando el momento más oportuno. Cuando por fin lo consiguió Isabel dio un pequeño brinco pero sin llegar a apartarse, mi boca se volvió loca ante la pasividad de Isabel, colmando todo su agujero de saliva e introduciéndose unos pocos milímetros dentro de él. Mi mano derecha ya disfrutaba de su victoria, había logrado hacer brotar la fuente de nuevo y su premio era haber introducido dos dedos dentro de la vagina, provocando que el cuerpo de Isabel se moviera inconscientemente ...