Infidelidad en su boda
Fecha: 24/11/2018,
Categorías:
Infidelidad
Sexo con Maduras
Autor: MARIANO, Fuente: CuentoRelatos
... Agradeciendo la suerte de haber hecho la celebración en el hogar paterno, se dirigió a su dormitorio con objeto de buscar entre sus ya escasas ropas una corbata que le ayudara a salir dignamente del paso. Al entrar en su cuarto escuchó unos ruidos en el aseo contiguo. Cuando abrió la puerta se topó con la imagen de una mujer agachada sobre el lavabo. Llevaba una falda azul turquesa aterciopelada pero su espalda apenas aparecía cubierta por el tirante del sujetador. La blusa turquesa que debía completar el vestuario estaba entre las manos de la mujer que, percatándose de la presencia de él, se giró y le explicó que estaba intentando limpiar una inoportuna mancha sufrida durante el brindis por los novios. Pedro ni llegó a escuchar los motivos de aquella intrusión. Al girarse la mujer había puesto ante sus ojos unos enormes pechos que, aun suficientemente recogidos en el sostén blanco, dejaban al descubierto buena parte de sus carnes. Sujeto al marco de la puerta él permanecía callado, admirando la voluptuosidad de aquellos senos y deseando irracionalmente liberarlos. Como si le leyera el pensamiento ella, dándose cuenta del efecto producido, soltó la prenda que los encerraba exponiendo todo lo que él deseaba ver. Pedro contemplaba, ya al desnudo, esas voluminosas tetas, algo caídas por el peso, pero suficientemente firmes, y coronadas por unas no menos grandes aureolas en cuyo centro apenas sí se conseguían distinguir los pezones. Hipnotizado por la visión, Pedro se encontró ...
... de repente empujado sobre su cama y con aquella mujer con sus rodillas plantadas a ambos lados de su cintura, moviendo sensualmente sus globos mamarios y acercándolos a su cara. Sabía que debía parar aquello pero no encontraba el modo de sustraerse a la excitación que aquella mujer le estaba provocando. Perdió toda resistencia cuando uno de los pezones cayó apoyado sobre sus labios y, como un bebé hambriento, aferró su boca a él chupándolo y lamiéndolo mientras sus manos asían los dos pechos atrayéndolos aún más, como queriendo evitar que ella pudiera quitarle semejante manjar. * * * * * Lucía seguía recibiendo toda clase de cumplidos de los invitados. La boda estaba cubriendo, con nota, todas sus expectativas y se sentía la protagonista principal del acontecimiento. Tenía tal alegría que, incluso cuando se acordaba del error cometido por Pedro en la ceremonia de la iglesia aturullándose al pronunciar una de las consabidas frases, le daban ganas de reír. En uno de los pocos momentos en que dejó de recibir atenciones se le acercó el maestro de ceremonia para advertirle que en apenas un cuarto de hora debía empezar el baile. El carrusel de personas a su alrededor le había hecho olvidarse por completo de Pedro después de la trifulca de éste con los amigos, pero el baile debía empezarlo lógicamente con él. Tras otear sin éxito entre las mesas y los invitados preguntó a los más allegados si sabían de él. A la cuarta o quinta tentativa le informaron haberle visto entrar a la casa. ...