Con ayuda de mi suegro
Fecha: 06/11/2018,
Categorías:
Incesto
Infidelidad
Autor: Sandra_lujuria, Fuente: CuentoRelatos
... última vez que nos vimos. Hice a un lado mis ideas marcianas y al cabo de unos minutos la conversación fluía tan agradable como siempre ocurrió entre Mario y yo. -Cuéntame, mujer ¿Ya tienes hijos? -No lo hemos logrado- Él alzó una ceja malinterpretando mi respuesta –No, tonto. No me refiero a eso. Mi marido me tiene bien servida… Bueno… últimamente no tanto. Pero si no tenemos hijos es porque el semen de Roberto tiene tan pocos espermas que es como si eyaculara leche materna- Luego de una pausa le pregunté a Mario por su vida. Resumió la última década en pocas palabras y al final extendió sus manos sobre la mesa para tomar las mías. Inmediatamente sentí unas tremendas ganas de besarlo. -Sandra. Tengo que decirte algo muy personal. Es algo sexual y espero que lo entiendas-. Mi vagina chorreaba literalmente esperando que aquello fuera una propuesta para ir a encerrarnos al hotel más cercano… Pero no. -Soy gay. Los corazoncitos que flotaban a mi alrededor mientras Mario sostenía mis manos reventaron como burbujas de jabón. -¿Gay? Pero… ¿Estás seguro? Es que… digo… Nadie me ha hecho gozar tanto en la cama como tú. -Gracias, querida. Pero luego de que terminamos, mi vida cambió para siempre y cuando conocí a Marcelo, me enamoré perdidamente de él. Ahora vivimos juntos ¿Qué te parece? Me pareció entonces la cosa más triste del mundo porque yo iba preparada para abrirle mis piernas al amor de mi juventud, al novio más atento y tierno que tuve. Me pareció la cosa más triste del ...
... mundo haberme puesto bonita para él, sentirme como me había sentido cuando supe que nos volveríamos a ver… ¡Mi suegro me había visto masturbándome en el baño por su culpa! No había nada justo en todo eso. Pero sonreí y lo felicité por salir del clóset. Regresé a la casa luego de unas horas y todavía consternada por lo que Mario me había platicado. Había apagado mi celular durante toda la tarde porque no quería que Roberto me estuviera buscando y cuando llegué a la casa y la vi vacía, me sorprendí. Encendí el aparato para ver si no tenía algún mensaje o llamada perdida… ¡Había decenas! Una hora después de que salí de casa, casi al mismo tiempo en que Mario me confesaba su homosexualidad, mi suegra había fallecido a causa de un infarto fulminante mientras veía la T.V. con su adorado esposo. El más afectado por la muerte de doña Silvia resultó ser Roberto, que si antes pasaba el día pegado al televisor, ahora ni siquiera tenía ánimos para levantarse de la cama. Cuando llegó la navidad tres meses más tarde, traté de consolar a mi marido metiéndome desnuda en la cama, ofreciéndole mi cuerpo como un regalo porque no tenía dinero para comprarle uno de verdad. Al principio él puso de su parte y comenzó a tocarme, pero su pene no quiso despertar. Intenté incluso colocándolo en mi boca y jugueteando con mi lengua alrededor de su flacidez, pero ni eso lo pudo levantar. A diferencia de Roberto, mi suegro se repuso mucho antes de lo esperado. El viejo don Fernando se había inscrito en varios ...