Mi estado de coma
Fecha: 24/10/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: angel18, Fuente: CuentoRelatos
... No puedo creer lo que oigo… ¿Liz haciéndome esto? ¿Y Gastón? ¿Desde cuándo tienen algo? “Ya sé, bombón… Pero bueno, falta poquito para mañana a la noche… Tengamos paciencia, ¿sí?… Además lo bueno de esto es que cuanto más tiempo pase te voy a agarrar más caliente, jiji…” Quiero moverme… no soporto más… ¿Por qué tanta crueldad conmigo? ¿Qué fuerza del más allá se complace en privarme del movimiento pero a la vez permitirme escuchar? ¿Quién es el que se divierte tan sádicamente conmigo? “Jeje… Obvioooo, nene… – continúa -. Yo también voy a estar más caliente… Epaaaa, je… y, sí… ya sabés… para lo que quieras, bombón” La charla sigue durante algún rato más; por momentos gira sobre temas “intrascendentes” como el trabajo o incluso mi propio estado de salud; Liz parece adoptar un tono compungido cuando se refiere a mí pero esa sensación se evapora cuando pocos instantes después se advierte que la conversación vuelve a adquirir un cariz lascivo… ¿Cómo pude estar tan ciego? ¿Hará mucho que sostienen una relación clandestina? Finalmente se despiden… Un largo beso de ella arrojado al celular es el cierre y luego el clásico “yo también”… La tortura cesa, al menos en parte… Es decir, los clavos han dejado de infligirme dolor físico pero el dolor sigue por dentro… Ella ahora está en silencio… Al rato la respiración se le vuelve algo más acompasada y monótona y momentos después está durmiendo… Ya han pasado dos días de la charla por teléfono con Gastón. Anoche ha estado aquí mi madre y ...
... todo ha estado “tranquilo”. Sin embargo, mi cabeza no ha dejado ni deja un momento de transportarse hacia algún punto afuera de este maldito hospital y de este cuerpo que me retiene como prisionero… No sé cuál será ese punto, tal vez la casa de Gastón, tal vez un albergue transitorio junto a la colectora de la autopista, tal vez el asiento trasero del auto de él o del nuestro, tal vez mi local de computación, tal vez nuestra propia casa… y nuestra propia cama… ¿Y qué estarán haciendo? … De pronto reconozco la voz de Liz; ha vuelto después de dos días. Ayer no me ha visitado para nada… ¿Muy entretenida tal vez? No pasan unos instantes y ya la estoy oyendo hablar con el doctor… con Javier, maldito buitre… El “chuic” en la mejilla es cada vez más efusivo cuando se saludan… y más prolongado también… Hablan por poco rato ya que él, por fortuna, tiene que irse a atender a otro paciente: en ese breve rato le pregunta a Liz cosas sobre cómo estuvo su día o sobre su trabajo y yo me pregunto qué mierda le importa… Pero lo cierto es que Liz contesta solícita a cada una de sus preguntas y lo hace con la misma naturalidad que lo haría en cualquier charla entre amigos; no hay visos de que mi novia lo esté sintiendo como un interrogatorio… Él se marcha, pero promete regresar a la noche, cosa que, por supuesto, me intranquiliza… Ella queda en la habitación; durante algún rato se escucha el entrar y salir de enfermeras; jamás hay señales de que la cama de al lado esté ocupada o de que haya ...