Mi estado de coma
Fecha: 24/10/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: angel18, Fuente: CuentoRelatos
... todo listo… Faltaban sólo tres días para casarnos… Ambos teníamos muchas expectativas puestas en ello, no sólo por el evento y la fiesta en sí, sino por el hecho de que iniciaríamos una nueva vida, desconocida por cierto para mí pero que se avizoraba como prometedora al lado de una persona que, por fin, sentía que llenaba un montón de ausencias que ninguna mujer había llenado antes. Era, decididamente, la mujer junto a la cual quería compartir el resto de mi vida. Ni se me cruzaba la posibilidad de que tal destino pudiese quedar trunco: no lo veía en mí, no lo veía en ella… Pero el destino suele burlarse de nosotros… Y en ocasiones nos lo hace notar andando en auto por la ruta… Cada vez que los recuerdos vienen a mi cabeza sólo nado en un mar de felicidad porque realmente ella fue y es el motivo de un cambio trascendental en mi vida. Es por tal razón que, cualquiera sea la situación en la cual hoy me halle, no puedo menos que sentirme gozosamente embriagado con esas imágenes… Y en esa borrachera de los sentidos los días aquí pasan… y cada tanto vuelvo a tomar contacto con la realidad. Pero… ¿qué es realidad y qué es sueño en todo esto? ¿Y si es un sueño del cual voy a despertar? Pero las voces parecen tan reales… No soy consciente del paso del tiempo… ¿Cuánto llevo en esta situación? ¿Días? ¿Meses? Ahí está nuevamente la voz del hombre que antes hablara, a quien definitivamente tendré que llamar “médico”… “…puede respirar por sus propios medios… ese es el único reflejo que en ...
... este momento le encontramos… – está diciendo -. Por esa razón es que lo hemos sacado de terapia intensiva…” ¿Cuántos días han pasado? La última vez habían dicho que yo tenía puesto un respirador artificial. ¿Es verdad todo esto? ¿En dónde estoy? Tanto Liz como mi madre parecieron recibir como buena señal el que estuviera recuperando al menos parte de mis reacciones a los estímulos. Pero… ¿por qué estoy yo oyendo todo? Eso es obviamente algo que ellos no saben… Quiero abrir mi boca y decirles… gritar… Pero no hay caso: mi lengua, como todo el resto de mi cuerpo, no responde a las órdenes que emanan de mi cerebro… En determinado momento se produce un silencio en derredor, por lo menos silencio en lo que tiene que ver con el entorno próximo circundante, ya que a mis oídos no paran de llegar los inconfundibles sonidos que identifican a los pasillos de los hospitales, pero parece evidente que en la habitación ha quedado una sola persona; puedo reconocer el taconeo en el piso: es Liz, yendo y viniendo… Mi Liz: aun sin verla puedo imaginarla con su elegante atuendo de oficina porque seguramente vendrá de su trabajo y ello me da la pauta de que deben ser más de las seis de la tarde, precaria ubicación temporal que puedo yo tener en este ciego mundo en que me hallo… Los oídos se nos van aguzando en la medida en que se convierten en nuestros únicos intermediarios con el mundo circundante… y me parece increíble estar reconociendo el bailoteo de los dedos sobre el teclado de su teléfono ...