La miliciana
Fecha: 18/10/2018,
Categorías:
Erotismo y Amor
Autor: Havelass, Fuente: CuentoRelatos
... anchas, finas, curvadas, rectas como espadas, más oscuras, más blanquecinas, todas igual de hambrientas por meterse en su boca y derramar su jugo. Justo en el momento en que Carmen iba a acabar al tercero, sus labios y barbilla embadurnados de semen, una ráfaga de ametralladora hizo que el grupo se viniera al suelo entre quejidos; entonces Carmen vio la silueta del rifeño recortada a contraluz bajo el umbral del portal. "Vamos, sígueme", espetó el rifeño; Carmen se levantó de un salto y fue tras él. Corrieron por las calles, en medio de edificios semiderruidos, esquivando vigas de madera quebradas por las bombas, saltando sobre muebles desportillados, pisando juguetes reventados y enseres rotos. "¿Conoces Málaga?", preguntó Carmen con asfixia; "Viví aquí antes de la guerra", respondió el rifeño mirándola de soslayo, arrojando su arma a un derribo. Llegaron a una zona campestre. Más allá, una frondosa vegetación que cubría la falda de un monte se extendía ante ellos. "Mira, allí", señaló estirando su brazo el rifeño. Carmen lo entendió: qué mejor lugar para ocultarse que La Concepción. Acompasaron sus respiraciones y zancadas a una frecuencia más suave y penetraron en la extensa finca ajardinada. Allí notaron el frescor que imprimía la exuberante vegetación al ambiente; esto, unido al inminente ocaso solar y a la abundante agua que encontraron, apaciguó una sed que tenía visos de hacerse crónica en ellos. Bebieron de una fuente de líquido cristalino, haciendo recipiente ...
... con sus manos, y se miraron. Las hojas de ficus y jacarandas, mecidas por una suave brisa veraniega componían una música relajante para sus oídos. "Carmen, niña, qué guapa eres", musitó el rifeño entre dientes; "Sabes mi nombre"; "Lo oí durante la lucha": "¡Tu, salvador mío!", pronunció casi sin mover su boca Carmen, aproximando su cuerpo al del hombre hasta rozarlo con sus prominentes pechos casi escapados del mono de peto tras inclinarse para beber; "Me llamo Ibrá"; "Ibrá..., ¡oh!" Y se besaron largamente los labios; sus lenguas recorrían las cavidades y se juntaban bajo sus paladares; las salivas goteaban viscosas por las comisuras de sus labios y sus dientes entrechocaban: se devoraban. Fue un preámbulo tras el que Ibrá tomó de la mano a Carmen y la condujo hasta un claro de luna, junto a una cascada flanqueada de monsteras, tapizado de verdoso musgo, y la ayudó a que se tumbara de espaldas; se puso frente a sus abarcas, se agachó y alzó las piernas de ella hasta las caderas suyas para poder tirar de las perneras del mono y quitárselo; Carmen ayudó desabrochando las hebillas y levantando el culo; luego Ibrá se despojó del uniforme. Follaron plácidamente. Ibrá situó sus fibrosos brazos unos centímetros por encima de los hombros de Carmen, apoyándose con las palmas de sus manos abiertas, y movió su cintura hacia delante hasta conseguir la penetración. Carmen abrió sus muslos y situó sus pies sobre las nalgas de Ibrá para acompañar cada empuje. Ibrá a veces cerraba los ojos ...