1. El joven de al lado


    Fecha: 16/09/2018, Categorías: Voyerismo Infidelidad Autor: Edwan.sedafaar, Fuente: CuentoRelatos

    ... despacio y desaparecí tras las cortinas. Parte 2 [[[ 5 ]]] Nuestra rutina Después del episodio del baño con mi joven espía, empecé a caer poco a poco en su juego de manera sistematizada. En las mañanas salía con lencería de encaje de lo más sensual al balcón de mi recámara. Conjuntos de dos piezas y de colores oscuros como negro, guindo, o azules oscuros que resaltaban en mi piel extremadamente blanca, y que coronaba con una cortita bata de seda semi transparente para no parecer muy exagerada. No quería que el mocoso se diera cuenta de que yo estaba consciente de su acoso. Ese era en resumen la parte esencial del juego, de mi juego; él debía sentirse alerta todo el tiempo, sentir la adrenalina de no ser atrapado en sus perversiones. Debía permanecer como un espía entre las sombras y nunca saber que fue descubierto. Es por eso que me divertía siendo lo más sensual que podía sin dejar de parecer natural. Pocas veces volteaba en su dirección y trataba de hacer movimientos casuales que en el fondo sabía que lo estarían volviendo loco. En esas mañanas salía con cara soñolienta y después de tomar una gran bocanada de aire matinal, en donde mis pulmones se llenaban sacando así mis abundantes senos a flote entre el escote de mi bata, procedía a realizar una serie de estiramientos que a decir verdad ya los realizaba antes de esta locura pero que ciertamente no de una manera tan provocativa como entonces, y menos en el balcón. Estos movimientos consistían primero en girar mi cuello de ...
    ... manera lenta en círculos, después en entrelazar mis manos y levantándolas hasta arriba, proceder a arquear mi espalda lo más posible sacando mis redondos pechos y levantando mi trasero poniéndome de puntitas; todo esto estando o bien de perfil, o bien de espaldas a la casa vecina. Otros ejercicios que tenía en esa rutina era girar mis caderas lentamente, utilizar mi elasticidad para subir ahora un pie, después el otro, sobre el barandal del balcón inclinándome hacia enfrente para tocar la punta de mi pie y dejar salir mis senos. Y hacer sentadillas lentas y sensuales, o simplemente empinarme para tocarme la punta de mis pies. Toda esta rutina no duraba más de 15 minutos pero sé que eran 15 minutos de mi tiempo que hacían arder en deseo a un joven morboso, y eso, cuanto más lo pensaba, hacía que un ligero cosquilleo empezará a nacer en mi entrepierna. El segundo encuentro visual con él, como ya mencioné, sucedía en el cuarto de baño. Aún con el conjunto encima, aunque algunas veces, cuando me sentía algo más divertida, sin la bata de seda encima, llegaba hasta el balcón del baño y abría las cortinas para dejar entrar la luz del sol. Después emprendía el viaje de regreso hacia la regadera caminando lo más cadenciosamente posible y moviendo mi trasero, que según mi marido, lucía espectacular con esas bragas que se escondían entre mis glúteos. No me desnudaba si no hasta ya estar dentro de la regadera, que como ya lo dije antes, era un cubículo en el centro de la habitación de un ...
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