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Marta la mujer de Raúl -2
Fecha: 08/09/2018, Categorías: Infidelidad Autor: murgis, Fuente: CuentoRelatos
... ahorrado. Sabes que nos ha costado mucho ahorrarlos. Sabes que muchos meses nos cuesta llegar a fin de mes y eso es un colchón necesario para vivir algo más tranquilos. Sin hablar de la maldita hipoteca que nos ha vuelto a subir. -Piénsalo. Podemos intentarlo. Al fin y al cabo, el dinero es para buscar la felicidad. ¿Qué nos haría más felices en este momento que tener un hijo? -No, me niego en rotundo Raúl. Piénsalo tú. Eres un administrativo con un contrato temporal que gana 900 euros y yo he tenido suerte de encontrar este trabajo. ¿Sabes a cuántos comerciales están despidiendo en mi empresa? No creo que aguante más de dos o tres meses en este trabajo con el actual nivel de ventas que hay. No podemos gastarnos el poco dinero que tenemos ahorrado en esto Raúl. Sencillamente no podemos. Se hizo el silencio. Mi mujer tenía razón. Sentí una fuerte angustia. ¿Qué íbamos a hacer? FIN DE LA REFLEXIÓN Pasó más de una semana después de aquella discusión. No hablamos del tema en todo ese tiempo. La monotonía volvió a apoderarse de nuestras vidas. No tuve noticias de mi amigo Nacho hasta el miércoles. Yo regresaba del trabajo cuando sonó mi teléfono móvil: -Hola Raúl, amigo. ¿Qué tal? -Bien, vuelvo del trabajo, voy a casa. Ya pensé que no me llamarías. -Me hago de rogar amigo. Quería que finalizásemos la conversación del otro día. ¿Sigue la oferta en pie? Me quedé dudando. Por unos instantes pensé en decirle que no, que lo habíamos pensado y que no nos acaba de encajar. Estuve ...
... tentado, muy tentado, pero el cornudo que llevaba dentro me imploraba salir, casi me lo exigía, era imperativo. No pude hacerle callar. -Sí Nacho. Sí… Sigue en pie. -Muy bien. ¿Cuándo podemos quedar para hablarlo? Quedamos al día siguiente, por la tarde. De nuevo en la cafetería Royal. Cuando llegué a casa se lo comenté a mi mujer. Estaba en la cocina preparando la cena. Me dio su consentimiento. Ella quería que acudiese a mi sucia cita con Nacho. Aquella noche no pegué ojo. Tal vez dormí 2 o 3 horas, no lo sé con exactitud. Los nervios que comían por dentro. Al día siguiente, me dirigí a mi cita según salí de trabajar. Estaba anocheciendo y caía una ligera llovizna que hacía despertar los primeros paraguas a lo largo de la avenida. Llegué temprano y pedí un café. Me senté en la misma mesa y en la misma silla. Los hombre somos animales de costumbre (pensé). Miré alrededor y vi a un par de parejas tomando café sentadas en distintas mesas algo separadas de la mía. Charlaban amenamente ajenos al resto del mundo. Eso hizo que me tranquilizase. La vida continúa (pensé). A los quince minutos entró Nacho por la puerta. Llevaba una cazadora de cuero negro humedecida por la lluvia e iba bastante despeinado. Daba la impresión de que se acaba de levantar de la cama. Llevaba barba de dos o tres días y me fijé en los vaqueros que llevaba. Estaban algo sucios. Le invité a sentarse y pidió otro café. La expresión de su cara era relajada. Se notaba que tenía la sensación de llevar la sartén por el ...