En tórridas tardes de siesta imaginaba a su cuñada
Fecha: 21/08/2018,
Categorías:
Fantasías Eróticas
Infidelidad
Autor: sensuel, Fuente: CuentoRelatos
No era ése el primer año en que Carmen y Martín pasaban juntos las vacaciones de verano, con sus respectivas familias. A Martin siempre le habían atraído enormemente las carnes prietas y abundantes de Carmen, ésas que sus ceñidos bañadores apenas podían contener, y, sobre todo, sus enormes pechos, dos tetas aún bien enhiestas, pese a lo descomunal de su tamaño, y que, en tórridas tardes de siesta, había imaginado mientras se masturbaba una y otra vez, sin que ella, pese a que frecuentaban playas de ambiente nudista, en que la desnudez general invitaba a liberar la piel de la esclavitud de las prendas, hubiera cedido jamás a sus insinuaciones de que las dejara al aire para que, al menos, pudiera disfrutar de su visión. Más allá de eso, solo algunas bromas cruzadas, en las que no parecía haber interés sexual alguno por parte de Carmen, que, aunque no era una mojigata, tampoco parecía demasiado interesada en su cuñado. Tampoco era ésa la primera tarde en que ambos habían quedado solos en la casa de la playa; todos los demás, después de la comida, habían bajado a darse un chapuzón, pero ellos prefirieron quedarse a descansar. Carmen marchó a su habitación, mientras que Martin se pertrechó de un libro para tumbarse con él en el sofá del salón: pronto le venció la modorra, y comenzó a dormitar ligeramente, hasta caer en un sueño un poco más profundo. No supo calcular el tiempo que había pasado, pero sí se despertó sobresaltado y de un respingo, comprobando, con una mezcla de ...
... estupor y agrado, que Carmen estaba de rodillas a su lado, acariciando por encima del bañador un miembro que ya empezaba a alcanzar dimensiones más que respetables. -¡Qué haces, ‘cuñá’…!!! - Me he levantado y, al venir a beber agua, te he visto durmiendo y me he fijado en cómo se te había puesto esto de la entrepierna. Que, por cierto, vaya tela, qué barbaridad… - ¿Qué? ¿Te gusta? Aún no ha terminado de ponerse a punto, pero si sigues acariciándola no va a tardar… Sin mediar palabra, ella sacó la pieza fuera del bañador, y sujetándola por su base, comenzó a acariciarla suavemente, mientras esbozaba una sonrisa maliciosa: - Vaya pollón, ‘cuñao’; no me imaginaba que tuvieras esto tan grande. Creo que lo vamos a pasar muy bien… - Ya lo creo, ya… Ven, déjame que yo también te ponga a punto a ti. Ella obedeció con rapidez, y, sin soltar la herramienta, que no dejaba de acariciar arriba y abajo, se colocó a horcajadas sobre él, de manera que su coñito, aún cubierto por un bañador que ya mostraba una mancha de humedad más que evidente, le quedaba completamente a mano. Martin le retiró sin más demora la tela de la entrepierna y dejó al descubierto una vulva que, como resultado de la brutal excitación de Carmen, chorreaba un flujo espeso y abundante que se enredaba entre la mata de vello púbico rojizo que apenas cubría la carnosidad que se le ofrecía totalmente abierta. Esto endureció aún más, si cabía, el miembro de Martin, que adquirió no solo una dureza rocosa, sino también su máximo ...