1. Coincidencias


    Fecha: 04/10/2017, Categorías: Sexo con Maduras Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos

    ... compréndelo. Me presentó a Ignacio, el dueño del Audi, un par de meses después, coincidiendo en plena calle. Yo iba a entrar en el portal, ellos salían, con Iván, feliz de ir al cine a ver una película de superhéroes. Hice de tripas corazón, encajando una mano, chocando la del crío, mirando a su madre con tristeza, pero no había nada que hacer. Lo mío con Maite había acabado y debía ponerme otras metas. Aprovechando una beca Erasmus, me fui cuatro meses a Heidelberg, donde intimé con alemanas, bávaras, una austríaca y dos italianas. Perdí el trabajo en el pub, así como mi puesto en el equipo, pero era necesario tanto académica como personalmente. En verano comencé prácticas no remuneradas en una agencia de publicidad que me contrató en septiembre con un salario indecente pero que me permitía incorporarme al mercado laboral como un número más, otro peón en la cadena de montaje. Las cenas familiares seguían siendo tan amenas como antaño. Así, supe que el matrimonio del primero se habían ido a vivir a Valencia y habían vendido el piso; que la señora Blanca del segundo había cambiado su pequinés de catorce años por un chihuahua, a rey muerto, rey puesto; que el hijo del cuarto había aprobado el examen de policía por lo que esperaba destino, y que Maite tenía pareja, un compañero de trabajo llamado Ignacio. Era miércoles. Había tenido que avanzar noviembre para que el otoño hiciera acto de presencia. Abandonado el fútbol, me había aficionado al running en Alemania pues ...
    ... acostumbrado a quemar más de 2000 calorías diarias, no me quedaba otra que reducir la ingesta de alimentos o mantener la intensidad del ejercicio si no quería aumentar de tamaño. Entré en el portal a la carrera, pues aquel día me sentía especialmente vigoroso, esprintando para llegar a la puerta antes de que se cerrara. Al empujar y colarme dentro, me encontré con Maite, el vecino que acababa de entrar, pulsando el botón de llamada del ascensor. Se giró asustada ante el ímpetu de mi entrada, por lo que me disculpé enfilando hacia la escalera. -¿Por qué no subes en el ascensor? –preguntó. No llegué a detenerme mientras respondía que prefería acabar el ejercicio subiendo por las escaleras, cuando reparé en que no me había hecho una pregunta. Me detuve y la miré con un pie ya en el primer escalón. –Puedes subir conmigo, si quieres –me invitó sosteniendo la puerta. Llegué a dar un segundo paso en la escalera pero acabé girando sobre mí mismo para entrar en el cubículo. Nos miramos mutuamente, intensamente, pero fuimos incapaces de decir nada durante dos tercios del trayecto. Superado el segundo piso, movió los labios para decir algo pero no salió sonido alguno, así que al llegar al tercero apoyé la mano en la puerta para abrirla mientras me despedía con un, me ha alegrado verte. -Espera, -pero no añadió nada durante eternos segundos, mirándome fijamente. Yo tampoco solté prenda pero mis ojos la apremiaron a decir lo que tuviera que decirme, hasta que empujé la puerta para abrirla. –Lo ...
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