Coincidencias
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... par de metros de ella, abrió las piernas y sonrió ladinamente. Su bonito pubis, decorado con una fina línea de bello oscuro, se mostraba sabroso a todo aquel que pasara por mi lado. Afortunadamente estábamos solos, pues ordenó, acércate y cómemelo. Miré a ambos lados, no vi a nadie, así que me agaché y le devolví el favor. Estaba empapada. Era tal su grado de excitación que se corrió en un par de minutos con sus característicos chillidos, agarrándome del pelo para que no huyera. La segunda semana fue aún más intensa. Cuando llegamos al hotel a media tarde del domingo no me dejó tocarla, a pesar de que había estado tonteando conmigo la hora y media de trayecto en tren hasta nuestro destino, acercándome sus libres senos a mi cuerpo, frotándose contra mí a la menor ocasión, retándome juguetona. -Primero debemos deshacer las maletas –ordenó decidida, rechazándome cuando la tomé de las caderas para follármela. La sorpresa, la razón de su comportamiento, apareció instantáneamente cuando abrió la suya. Camisetas, un par de faldas y vestidos de verano, dos bragas de bikini, pero ninguna pieza de ropa interior. Abrí los ojos como platos, estás loca, exclamé, completamente, respondió, sacándose el vestido por encima de la cabeza para quedar completamente desnuda pues no la cubría ninguna otra prenda. Se dio la vuelta, salió a la pequeña terraza de la habitación para apoyarse en la barandilla mirando hacia el mar, ofreciéndome sus nalgas, parándolas lo justo para que entendiera su ...
... invitación. Así me la tiré, mirando el horizonte, sin importarme lo más mínimo las miradas de otros huéspedes, bañistas o curiosos. Desconocía que la población en la que nos hospedábamos contaba con una cala nudista. Fue nuestro paradero del lunes. Me gustó la sensación de bañarme desnudo pero Maite no acabó tan contenta como esperaba de la experiencia. Por un lado, disfrutó de su desnudez, libre, de la mía, pues le excitaba acariciarme, agarrándome del pene y meciendo mis testículos a la mínima ocasión, incluso penetrándose un par de veces en el agua; pero su desnudez quedaba difuminada entre decenas de mujeres de la misma guisa, así que apenas captaba miradas obscenas, que era lo que realmente la ponía cachonda. Así que prefirió visitar playas convencionales donde fuera el centro de atención, vestir provocativa por las calles del pueblo rebozándose en miradas lascivas, mostrarme un pecho o el pubis cuando estábamos sentados en un restaurante o tomábamos una copa en un local e incluso tomar mi mano para que uno de mis dedos se zambullera en su marasmo y dármelo a chupar. Cuando me lo sacaba de la boca, me morreaba con una intensidad tal que parecía querer traspasarme. Del sofá de sky de aquel concurrido pub pasamos al baño de mujeres donde me sentó sobre uno de los inodoros para ensalivarme bien la polla antes de encajarse sobre mí botando desbocada. Septiembre fue un mes extraño, sin duda provocado por volver a la rutina después de la quincena más intensa de nuestras vidas. En ...