Coincidencias
Fecha: 04/10/2017,
Categorías:
Sexo con Maduras
Autor: XAVIA, Fuente: CuentoRelatos
... un centro comercial próximo a su trabajo. Después de tres meses, la relación se había ido afianzando. Iván me adoraba y su madre se sentía feliz si veía a su hijo contento. Físicamente, Maite también mejoró, pues el color volvió a sus mejillas y recuperó los tres o cuatro kilos que había perdido. Como no podía ser de otro modo, mi madre se percató de los cambios físicos de la mujer con lo que una noche nos sorprendió con la noticia de que la vecina del ático tenía novio. Casi me atraganto. Íbamos con cuidado, nadie nos había visto enzarzados, sí juntos pues cada dos domingos venían al campo a verme jugar, pero tenía que controlar a mi madre, pues conociéndola no iba a detenerse hasta que supiera quién era el afortunado. Los que sí se dieron cuenta de que había algo entre la madurita maciza y el delantero del equipo fueron mis compañeros. El rollo del niño aficionado al fútbol coló unas semanas, pero Germán, como ya había intuido un par de meses atrás, fue el primero en decirme que no me creía. Hoy me he estado fijando y cuando te ha cazado el lateral derecho del otro equipo, por poco no me parte la rodilla, a la tía casi le da un chungo, preocupada por su amorcito, soltó con retintín. Ni una palabra a nadie, fue mi sentencia confirmatoria. Pero no pude evitar centenares de comentarios obscenos durante los siguientes encuentros. La vi poco las dos semanas de exámenes, aunque no pude rechazar un mensaje que rezaba, necesito que me folles, completado con un, ahora. En 5’ en el ...
... cuarto de contadores, respondí. Cuando llegué a la puerta colindante con la del terrado, la abrí y allí me esperaba mi premio. Apoyada contra la pared, brazos estirados, sin ropa interior, se había bajado los tirantes del vestido para que sus pechos colgaran hacia adelante y mostraba sus nalgas prominentes para que la penetrara. Me bajé el pantalón corto, me apoyé detrás y la ensarté, mientras mis manos se agarraban al par de asas duras y redondas para pellizcarlas. Fue el martes siguiente cuando tuvimos nuestra primera trifulca, si es que se le puede llamar así. Al principio lo achaqué a lo poco que nos habíamos visto en dos semanas, pero pronto entendí que perderme por los estudios la había hecho consciente de la diferencia de edad. -¿Dónde nos lleva esto? –preguntó. –Tengo 21 años más que tú, soy madre de familia, tú eres un estudiante universitario que aún no se ha incorporado al mercado laboral… ¿Qué futuro tenemos? La verdad es que yo ni me lo había planteado, algo que la cabreó más si cabe, pues demostraba el diferente grado de madurez entre ambos, sentenció. Tenía razón, pero yo nunca me había planteado la vida a años vista, ni siquiera a meses vista, así que no pude responderle más que me gustaba estar con ella, compartir nuestros juegos… -Una relación de pareja no es sólo follar –me escupió. No me refería solamente a eso, respondí, pues me encantaba que vinieran a los partidos, salir a pasear por el parque con su hijo, incluso pasar la tarde viendo una película de ...