Recuerdos de Sandra - Segunda Parte
Fecha: 09/06/2018,
Categorías:
Zoofilia
Autor: strayxsuperfan, Fuente: SexoSinTabues
... un minuto soportó y disfrutó de ese ritmo. Cualquiera que hubiera estado presente hubiera jurado que se desmayaría cuando empezó a poner los ojos en blanco. Exhaló en una arcada cuando el mejor orgasmo sobrio y consciente de su vida la alcanzó, justo cuando Gandalf estaba empezando a disminuir el ritmo preparándose para eyacular dentro de ella. Sandra respiraba rápida y roncamente por la boca, sintiendo las oleadas de calor en sus hombros y pecho, las de placer en su sexo y punzadas en sus sienes por la subida de presión en su sangre. Sus brazos temblaron con debilidad, pero se derrumbaron cuando sintió el dulce y nuevo escozor del esperma de otra especie, sensación que no recordaba de su primer apareamiento con él, la vez que se iniciaron ambos estando ella ebria y drogada. Sintió como las oleadas, que habían empezado a ceder, volvían con más fuerza llegando a su punto culminante cuando sintió la nueva presión, que supuso no era por el nudo. Estaba literalmente llena de leche canina, que le causaba un poco de molestia cuando ejerció presión en las trompas de falopio y al abrirse paso hacia el útero, el cual no sabía si estaba realmente lleno, pero la sensación le hizo venirse nuevamente en una contracción que primero hizo gemir al perro por la fuerza de la presión en su verga y luego dilatarse con un grito que hizo rebosar su agradecida cavidad con jugos íntimos y esperma del animal. En seguida, su uretra descargó una pequeña eyaculación que mojó el interior de sus ...
... muslos y la cola del perro que, por la tensión del orgasmo canino, hacía un leve arco en medio de los mismos. Cuando la fase intensa pasó, con la mejilla pegada a la tierra y una de las cantimploras hundida bajo un seno, pudo sentir en su vientre, de una manera levemente adormecida, lo caliente de la verga de su mascota y cómo el flujo sanguíneo del perro la hacia palpitar en su interior. No tenía ya la fuerza para restregarse el clítoris con la mano como había hecho antes. De hecho no podía despegar el tronco del suelo. Pero no tenía que hacerlo ya que la anatomía del perro bastaba para continuar estimulándola: el nudo palpitaba y, aunque el estaba muy quieto, su pistón seguía vaciando el contenido de sus gordos e hinchados testículos. Además, el sudor que bañaba su joven cuerpo le hacía disfrutar, como nunca había disfrutado, de la brisa y el sol del atardecer . Al otro día se levantó temprano y tenía varias llamadas perdidas y mensajes de César en su celular pidiendo perdón, pero no contestó nada. No era justo para él. Lo quería, si, pero no podía contarle nada. ¿Como reaccionaría si le dijera que había alguien con quién compartía su amor y sus caricias que ni siquiera era humano? Claro que sí lo entendía, poco probable, los 3 se la pasarían bomba juntos, pero ¿y si no? ¿la vería como enferma? ¿la juzgaría? Además si se separaran, ¿guardaria el secreto? Las venganzas amorosas siempre han sido tema serio, ¡cuanto más lo sería con algo así! No. Era demasiado riesgo. Tenía que ...