Las confidencias de Lourdes
Fecha: 24/05/2018,
Categorías:
Infidelidad
Dominación
Autor: solotulosabes, Fuente: CuentoRelatos
Lourdes es una compañera de trabajo con la que tengo mucha complicidad, es de ese tipo de mujer que te quedas mirando cuando la ves por la calle, a sus 48 años no tiene reparo alguno en enseñar su cuerpo enfundado en un vaqueros o vestidos ajustados. Es sin duda, la envidia de sus compañeras y amigas, y el deseo oculto de muchos hombres. Por desgracia para mí, no tengo nada que hacer con ella, cuando la conocí enseguida nos caímos bien y hubo mucho feeling entre nosotros, tanto que terminamos siendo amigos y confidentes. Cuando pasa eso el morbo e interés sexual, por lo menos en mi caso, desaparece. Lourdes, además, es una mujer que desprende sexualidad y le gusta el sexo que a pesar de estar casada ha tenido sus aventuras y rollos. Como ella mismo dice, “llevo 25 años casada, me he pasado 20 años comiendo el mismo plátano, irse de este mundo sin probar otras variedades es una ofensa Dios”. Aquel jueves llego risueña a la oficina con sus vaqueros ajustados y una camisa sin cuello que resaltaba un escote limpio y despejado que dejaba muy poco a la imaginación. Dejo su abrigo en el perchero, y se dirigió a su mesa moviendo sus caderas de forma desafiante y segura. Este comportamiento, tan suyo, era otra de las muchas cosas de ella que crispaba al resto de las mujeres de la oficina, Lourdes lo sabía y disfrutaba con ello. Cuando dio por finalizado su ritual mañanero se sentó y se puso a trabajar. Un par de minutos después me llego un whatsapp suyo - ¿Te has fijado como me ...
... miraba la zorrita de María?, a ver si te la follas y le bajas los humos. María, era una chica de 30 años que llevaba 6 meses en la empresa, la típica salida de un MBA que llego con aires de superioridad y pronto se ganó la enemistad de toda la plantilla. - Jajaja, paso. Está muy buena, no lo niego, pero no la soporto. - Que le den. Cambiando de tema por la tarde nos tomamos un vino que tengo que contarte una cosilla. (caritas sonrientes). Cuando Lourdes me decía que me tenía que contar “una cosilla” siempre era alguna de sus locuras, locuras que solían tener un fuerte componente erótico. Los jueves solíamos salir a tomar un vino un grupo de la oficina, pero aquella tarde se las arregló para deshacerse del resto y quedar conmigo a solas, así que fuimos al casco viejo Bouzas, una zona de vinos de la ciudad alejada del centro y de la ruta habitual de nuestros compañeros. Me gustaba hablar con ella, como ya os dije teníamos mucha complicidad y nuestra visión sobre el mundo era muy parecida, creíamos que a cierta edad como la nuestra, había dos tipos de personas los que han renunciado a los placeres del sexo y quienes los seguían disfrutando. Respetábamos ambas posturas aunque no entendiéramos la otra. Al segundo vino ya nos habíamos aburrido de criticar el día a día de nuestros compañeros y decidí ir al grano. - A ver, ¿qué es eso que me quieres contar?, mira que estoy especialmente sensible que llevo una temporada sin sexo y estoy que me subo por las paredes. - Jajaja, pobrecito mío ...