1. ¡Mi hermana, mi mujer, uf! - Epílogo a cargo de Ana


    Fecha: 18/05/2018, Categorías: Incesto Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    ... como marido y mujer más que el aire que respiro. Por eso estoy aquí, para llevarte conmigo a casa... o ir contigo donde tú quieras que vayamos. Casi toda esta perorata se la solté con mis brazos rodeándole el cuello y colgada de él por completo, interrumpiéndome de vez en cuanto para besarle en boca, rostro, cuello... ¡Qué sé yo! El también alguna vez intentó interrumpirme, meter baza vaya, pero yo se lo impedí cerrando su boca con mis labios para proseguir mi discurso. Cuando acabé de hablar le miré anhelante esperando su respuesta, su decisión. Entonces pasé el rato más malo de mi vida, pues en unos momentos perdí toda confianza en mí, temiendo que Dani no quisiera ya nada conmigo, que me guardara rencor por lo cruel que fui con él en el pueblo. Pero eso creo que no duró ni unos segundos siquiera, pues Dani, que ya me tenía muy pegada a él por un estrecho abrazo, me estrechó todavía más fuerte, besándome con una pasión desbordante mientras decía: ¡Ana cariño, me estás haciendo el ser más dichoso del mundo! ¡No puedo creer que me quieras, menos que me quieras de la forma que sé, siento dentro de mí, que me quieres! ¡Eres toda pasión, justo la mujer que necesito, la que mejor compartirá mi forma de amar: Arrebatadamente, ardiendo ambos en el fuego del mutuo deseo! Nos besamos de nuevo con renovado frenesí. El, encendido en deseo, comenzó a acariciar mis senos por encima de la ropa y yo me desabroché algún botón para facilitar su divina maniobra. Luego bajó una mano, me ...
    ... levantó ligeramente la falda y la hundió en mi entrepierna, apartó mis bragas y acarició suavemente mi femenina intimidad, a esas alturas encharcada en mis jugos íntimos. Yo respondí acariciando levemente su hombría a través del pantalón. Nos estábamos “calentando” demasiado y ese juego podía acabar en situación muy incómoda, así que decidí terminar con ello, muy a mi pesar, pero ya tendríamos tiempo para todo en ese mismo día y de manera mucho más cómoda y sosegada. Así que para pasar a otra situación algo menos “acalorada”, dije a Dani con acento picaresco: Donde quieres que vayamos, ¿a mi casa o a Viator, al Campamento “Alvarez de Sotomayor” ¡A tu casa sin dudarlo! En Viator y ese campamento ya nada tengo que hacer. Lo que allí iba a buscar tú me lo das mejor. Salgamos de aquí Ana, lo antes posible cariño mío. Me agaché tomando de nuevo mi maleta del suelo, y enlazados ambos por la cintura, caminamos hasta el banco en que antes estuviera Dani. Tomó su maleta del suelo, y sin soltarnos ni un segundo, marchamos hacia la salida de la Estación perdiéndonos en el tráfico ciudadano. Tan pronto dejamos atrás la Estación de Autobuses nos dirigimos a un hotel que vimos casi por frente de la Estación y pedimos habitación: Los dos ansiábamos entregarnos el uno al otro, no podíamos esperar más y, sin pensar siquiera en comer, subimos a la habitación. Por cierto, que se dio una curiosa anécdota cuando el recepcionista, al ver nuestros DNI dijo: “¡Que coincidencia, ustedes dos tienen, justo, ...
«12...789...18»