El lechero 5
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Gays
Autor: roy93h, Fuente: SexoSinTabues
... sacaba hasta la mitad y la volvía a poner, hasta que logró sacarla casi hasta la punta y volverla a clavar toda de nuevo. Mi pijita estaba que reventaba, y el gusto era cada vez mayor. Nos besábamos como locos entre gemidos. Así me estuvo bombeando como diez largos minutos, hasta que bajó mis piernas juntas a un lado, me tomó de la cintura y me puso en cuatro patas, todo sin sacarme su tronco de adentro. Y comenzó a darme, suave al principio, pero casi con desesperación después. Yo gritaba, primero de dolor, pero luego de placer. Aquella verga parecía que me iba a salir por la boca. - ¡Qué culo divino, negrito lindo! ¡Qué lindo que te entró! ¡Es una mantequita tu culo! ¡Movete como vos sabés! – me dijo, entonces empecé a moverme atrás y adelante, haciendo girar mis caderas. ¡Seguí así, no pares, no pares! – y apretándome con todas sus fuerzas, dando un grito de placer acompañando los gritos míos, dijo: - ¡¡¡No aguanto más!!! ¡¡¡Qué culito, putito mío!!! ¡¡¡Me acabo, me acabo!!! ¡¡¡Así, así, así!!! – gritaba. Entonces comencé a sentir los chorros de leche bien adentro de mi culo, porque la había metido hasta el fondo, y yo me acabé también junto con él… Parecía no terminar más; era un chorro atrás de otro. Cuando terminó, dando un gran suspiro, cayó de costado llevándome ensartado hasta el tronco con él. Jadeaba al costado mío y no dejaba de murmurar cosas en mi oído, de besarme ...
... donde podía, de acariciarme y de mover su verga adentro mío. Se quedó quieto descansando del polvo que me había echado, y la verga, ya más blanda, comenzó a salirse poco a poco. Cuando salió del todo, se vino un río de leche de adentro mío, corriendo por mis nalgas. - ¡Me encantó tu verga! – le dije. - ¡No puedo creer que me haya entrado toda! - ¡Pero te entró toda y pedías más todavía! – respondió. ¡Qué lindo cojés! ¡Te movés como una víbora! ¡Lo matás a uno! - ¡Gracias, mi amor!. Todo lo aprendí con tu hermano; me enseñó a moverme así para dar y recibir placer. - Te enseñó muy bien, al gusto de él. Sos una locura…¿Qué te parece si nos vamos? - ¿No querés seguir otro ratito y hacer el amor de vuelta? - No, mi negrito lindo. Ya estoy muy veterano para ese trote; tengo que reponerme un rato y después empezar de nuevo. Con vos me animo a echar otro polvo, pero dentro de un rato, allá en la casa de mi hermano. - No te preocupes; yo te voy a poner a punto de nuevo, ya vas a ver – le contesté, y nos levantamos de allí, y acomodamos todo para irnos. - No me voy a poner nada, voy a ir desnudo adelante tuyo. - ¡Qué guacho divino! – dijo, besando mi boca y acariciando otra vez todo mi cuerpo. Me subió al caballo, se subió él, abrazándome contra suyo, y salimos al trote para la casa de nuevo. Apenas eran las diez de la mañana, así que nos quedaban unas horas aún, y yo pensaba aprovecharlas bien…