El lechero 5
Fecha: 24/09/2017,
Categorías:
Gays
Autor: roy93h, Fuente: SexoSinTabues
- ¡Qué colita linda que tenés, nene! – dijo, palmeándome suavemente. Me tomó de la cintura, besó mi boca con fuerzas, y levantándome en peso, me puso encima del caballo. – Correte para adelante, que ahora voy a subir yo. Cuando se subió me apretó contra su cuerpo con una mano, mientras con la otra dirigía el caballo. Pronto estuvimos cabalgando en el campo. Con el trote del animal, sentía su duro pedazo contra mis nalgas, cosa que me ponía cada vez más caliente, y hacía que me apretara más contra su bulto. Acariciaba mis piernas, mi cintura y mi estómago, mientras me daba besos cada vez que podía. Sigo relatando lo que sucedió aquel primer fin de semana que pasé en el campo, en la casa de mi hombre, acompañados por su hermano y su sobrino Pedro. Allí me encontraba yo, ensartado por la verga de Pedro y la de mi hombre metida en la boca hasta la garganta. Parecía que los dos estaban de acuerdo en moverse lentamente, de forma deliciosa: Pedro me la metía todo lo que podía en cada empujón, y la sacaba casi toda para volverla a meter en mi culito, mientras que mi macho hacía lo mismo en mi boca. Todos estábamos en silencio, sólo dábamos algún gemido de cuando en cuando. Las manos de los dos recorrían todo mi cuerpo caliente de arriba abajo, y como a los diez minutos de bombearme por los dos lados, empezaron a moverse más rápido, casi bufando los dos. Mi macho me tomó de la nuca y empezó a darme con todo, mientras que Pedro se prendió de mis caderas con fuerzas, y también hizo lo ...
... mismo. De pronto sentí que la verga que tenía en la boca se hinchaba cada vez más, y dando casi un alarido, mi negro divino me llenó la boca de leche, haciéndome ahogar casi, de tanta que era. Me tragué todo lo que pude, pero la sentí correr por mi cara, en tanto que también sentí la enorme verga de Pedro que se puso aún más dura y comenzó a saltar casi adentro de mi culo, y en un último empujón, me la metió toda, porque sentí su cuerpo que estaba bien pegado a mis nalgas, lo que me causó un enorme dolor, y comencé a sentir los chorros de leche caliente que entraban en mis intestinos… - ¡Ahhh, qué hembrillo divino que tenés, tío! ¡Parece una mujer!. ¡Y le entró hasta el tronco; no le quedó nada afuera!. ¡Qué polvo, Dios mío! – dijo Pedro, cayendo al costado mío. - ¿Viste sobrino, que no te mentía cuando te contaba cómo era? Pero ojo, que esta nenita hermosa, con esa cola preciosa que tiene, es mía nada más. La comparto porque sabía que les iba a gustar. ¿Te gustó, mi nena divina? – me preguntó. - ¡Claro que me gustó!. Y además aprendí a hacer cosas nuevas, ¿viste? ¿Te gustó cómo te la chupé? Eso me enseñó Pedro, y de ahora en adelante te lo voy a hacer todas las veces que estemos juntos. ¿Te gustaría? - ¡Claro que sí, mi amor!. ¡Estuviste fantástico y me hiciste acabar como nunca! – me contestó, dándome un fuerte beso en la boca y acariciando mis nalgas. Nos levantamos y por turno nos fuimos lavando. Me corría la leche de Pedro por mis piernas, y mi culo parecía que se prendía ...