Mi polvo con el fontanero
Fecha: 28/04/2018,
Categorías:
Infidelidad
Autor: Anónimo, Fuente: RelatosEróticos
... por lo que al quedar abierta de aquella forma le di una ocasión para verme todas las bragas que ya debían estar un poco húmedas, ya que cada vez me estaba poniendo más cachonda. Así está bien? le pregunté, y al mirar hacia bajo vi que efectivamente estaba contemplando a placer mis partes más sensibles. Hizo ademán de levantarse, y para ello se cogió a mis piernas, entre el tobillo y la rodilla, al quedarse sentado fue subiendo por los muslos con otras intenciones diferentes al ejercicio de levantarse del fregadero. Aquel era el momento de frenarlo y terminar con aquella situación. Es lo que debería haber hecho, sin embargo, no se bien el motivo, la calentura los años de monotonía, no lo sé, pero me limité a dejar hacer. El hombre sentado debajo de mis piernas iba subiendo sus manos gruesas por mis muslos, cuando llegó al culo las deslizó por debajo de las bragas y acercó su cara a la parte delantera. Tuve que apoyarme en el fregadero, me temblaban las piernas de la pura excitación mientras notaba aquellas manos por debajo de la ropa interior. Se puso de rodillas y empezó a lamer suavemente el interior de muslo con la nariz pegada a mi coño. Que bien lo hacía el cabrón. Me aparto la tela que cubre el chocho y empezó a lamer todos los pliegues de una forma muy suave pero con cierto ritmo. Era demasiado, me veía apoyada en el fregadero con un tío arrodillado entre mis piernas que me tenia cogido el culo con todas sus fuerzas y me lamía y chupaba el coñito delicadamente, me ...
... sentí viva por primera vez en muchos años. Lo aparté y el tío se levantó casi sin sacarme las manos del culo me metió la lengua, pringada aún de mis propios jugos, en la boca, yo lo cogí del pescuezo con todas mis fuerzas y no té por primera vez su paquete contra mis bajos. Ahora se iba a enterar el mamón, empecé a bajar hasta quedar de rodillas delante del paquetón, le desabroché el cinturón de trabajo, le bajé lentamente la cremallera de la bragueta, aparté los calzoncillos y cogí su liberada polla, la recuerdo muy dura, con la piel suave y un inmenso capullo rojo, toda moviéndose acompasadamente ante mi boca. Sin pensarlo más, liberada ya de todos los tabúes, matrimonio, convenciones, me la puse en la boca. Tan gorda estaba que trabajo me costaba mover la lengua, se la pasaba por todo el capullo, por el pliegue de donde termina y a la vez chupaba. Ahora era él el que estaba de espaldas a los fogones, mirando al techo y retorciéndose. Me notaba caliente y mojada, necesitaba que me metiera aquella tranca por el coño pero no podía soltarla.En estas estaba cuando pude oír un ruido en la puerta de la cocina, miré de reojo y vi apoyado en la pared contraria al ayudante, que al parecer había vuelto, y al ver el espectáculo se había medio bajado los pantalones y se la estaba meneando. Cuando vio que lo había visto primero hizo un amago de irse, pero después, se ve que se lo pensó y se acercó con la polla en la mano hasta ponerse al lado de su jefe. Que cabrón, pensé, me debe tomar por ...