Di por culo a la puta de mi cuñada en una playa
Fecha: 26/04/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: golfo, Fuente: CuentoRelatos
... a mi cuñada en una playa nudista. A la mañana siguiente, Martha tenía que exponer en la convención y por eso nada más despertarnos, me dejó solo. Sin ganas de tragarme ese coñazo y sabiendo que mi jefe disculparía mi ausencia, cogí una toalla y con un periódico bajo el brazo, me fui a una playa cercana, la del hotel Hidden Beach. Ya en ella, me percaté que era nudista y obviando el asunto, me desnudé y me puse a tomar el sol. Al cabo de dos horas, me había acabado el diario y aburrido decidí iniciar mi venganza. Cogiendo el móvil envié a mi cuñada el video de la noche anterior, tras lo cual me metí al mar a darme un chapuzón. Al volver a la toalla, tal y como había previsto, tenía media docena de llamadas de mi cuñada. Al devolverle la llamada, Nuria me pidió angustiada que teníamos que hablar. Sin explicarle nada, le dije que estaba en esa playa. La mujer estaba tan desesperada que me rogó que la esperase allí. Muerto de risa, usé el cuarto de hora que tardó en llegar para planear mis siguientes movimientos. Reconozco que disfruté de antemano su entrega y por eso cuando la vi aparecer ya estaba caliente. Al llegar a mi lado, no hizo mención alguna a que estuviese en pelotas y sentándose en la arena, intentó disculpar su comportamiento echándole la culpa al alcohol. En silencio, esperé que me implorara que no hiciera uso del video que le había mandado. Entonces y solo entonces, señalándole la naturaleza de la playa, le exigí que se desnudara. Mi cuñada recibió mis palabras ...
... como una ofensa y negándose de plano, me dijo que no le parecía apropiado porque era mi cuñada. Soltando una carcajada, usé todo el desprecio que pude, para soltarle: -Eso no te importó anoche mientras me hacía esa mamada. Helada al recordar lo ocurrido, comprendió que el sujeto de sus chantajes durante años la tenía en sus manos y sin poder negarse se empezó a desnudar. Sentándome en la toalla, me la quedé mirando mientras lo hacía y magnificando su vergüenza, alabé sus pechos y pezones cuando dejó caer su vestido. -Por favor, Manuel. ¡No me hagas hacerlo!- me pidió entre lágrimas al ser consciente de mis intenciones. -Quiero ver de cerca ese chochito que tan gustosamente le diste a Martha- respondí disfrutando de mi dominio. Sumida en el llanto, se quitó el tanga y quedándose de pie, tapó su desnudez con sus manos. -No creo que a tu hermana, le alegre verte mamando de mi polla. Nuria, al asimilar la amenaza implícita que llevaban mis palabras, dejó caer sus manos y con el rubor decorando sus mejillas, disfruté de su cuerpo sin que nada evitara mi examen. Teniéndola así, me recreé contemplando sus enormes tetas y bajando por su dorso, me maravilló contemplar nuevamente su sexo. El pequeño triangulo de pelos que decoraba su vulva, era una tentación imposible de soportar y por eso alzando la voz, le dije: -¿Qué esperas? ¡Puta! ¡Acércate!. Luchando contra sus prejuicios se mantuvo quieta. Entonces al ser consciente de la pelea de su interior y forzando su claudicación, cogí el ...