Di por culo a la puta de mi cuñada en una playa
Fecha: 26/04/2018,
Categorías:
Incesto
Autor: golfo, Fuente: CuentoRelatos
... los hinchados pliegues del sexo que tenía enfrente, me dediqué a comérmelo mientras mi víctima se derretía sin remedio. Su orgasmo fue casi inmediato y derramando su flujo sobre la toalla, la hermana de mi mujer me rogó entre lágrimas que no parara. Con el objeto de conseguir su completa sumisión, mordisqueé su botón mientras mis dedos se introducían una y otra vez en su interior. Ya convertida en un volcán a punto de estallar, Nuria me pidió que la tomara sin darse cuenta de lo que significaban sus palabras. -¿Qué has dicho? Avergonzada pero necesitada de mi polla, no solo me gritó que la usase a mi gusto sino que poniéndose a cuatro patas, dijo con voz entrecortada por su pasión: -Fóllame, ¡Lo necesito! Lo que nunca se había imaginado ese zorrón fue que dándole un azote en su trasero, le pidiese que me mostrara su entrada trasera. Aterrorizada, me explico que su culo era virgen pero ante mi insistencia no pudo más que separarse las nalgas. Verla separándose los glúteos con sus manos mientras me rogaba que no tomara posesión de su ano, fue demasiado para mí y como un autómata, me agaché y sacando la lengua empecé a recorrer los bordes de su esfínter mientras acariciaba su clítoris con mi mano. Ilusionado comprobé que mi cuñada no me había mentido porque su entrada trasera estaba incólume. El saber que nadie la había hoyado ese rosado agujero me dio alas y recogiendo parte del flujo que anegaba su sexo, fui untando con ese líquido viscoso su ano. -¡Me encanta!- chilló al ...
... sentir que uno de mis dedos se abría paso y reptando por la toalla, apoyó su cabeza en la arena mientras levantaba su trasero. La nueva posición me permitió observar con tranquilidad que los muslos de la mujer temblaban cada vez que introducía mi falange en su interior y ya más seguro de mí mismo, decidí dar otro paso y dándole otro azote, metí las yemas de dos dedos dentro de su orificio. -Ahhhh- gritó mordiéndose el labio. Su gemido fue un aviso de que tenía que tener cuidado y por eso volví a lubricar su ano mientras esperaba a que se relajase. La morena moviendo sus caderas me informó, sin querer, que estaba dispuesta. Esta vez, tuve cuidado y moviendo mis dedos alrededor de su cerrado músculo, fui dilatándolo mientras que con la otra mano, la empezaba a masturbar. -¡No puede ser!- aulló al sentir sus dos entradas siendo objeto de mi caricias. Venciendo sus anteriores reparos, mi cuñadita se llevó las manos a sus pechos y pellizcando sus pezones, buscó agrandar su excitación. Increíblemente al terminar de meter los dos dedos, se corrió sonoramente mientras su cuerpo convulsionaba bajo el sol de esa mañana. Sin dejarla reposar, embadurné mi órgano con su flujo y poniéndome detrás de ella, llevé mi glande ante su entrada: -¿Estás lista?- pregunté mientras jugueteaba con su esfínter. Ni siquiera esperó a que terminara de hablar y tomando por primera vez la iniciativa, llevó su cuerpo hacia atrás y lentamente fue metiéndoselo. La parsimonia con la que se empaló, me permitió ...