1. Los gemidos de Rita - Parte 2


    Fecha: 11/10/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Daniela Brito, Fuente: TodoRelatos

    ... hundió su rostro entre ellas, lamiendo su sexo desde atrás.
    
    —¡Gonzalo! —gritó ella, sorprendida por la audacia.
    
    Pero él no se detuvo. Su lengua encontró su clítoris hinchado, jugando con él en círculos rápidos. Rita jadeó, sus manos aferrándose al borde de la mesa.
    
    —Así… —susurró—. Así es como me gusta imaginarte… comiéndome.
    
    Gonzalo no pudo esperar más. Se levantó, desabrochando su pantalón con manos temblorosas. Su verga, gruesa y ya goteando, saltó libre.
    
    Rita lo miró por encima del hombro, mordiendo su labio.
    
    —Es más grande de lo que pensé —murmuró, pero había admiración en su voz, no miedo.
    
    —Te va a doler —advirtió él, aunque sabía que ella lo deseaba.
    
    —No me importa.
    
    Con un empuje lento pero firme, Gonzalo entró en ella. Rita gritó, sus uñas clavándose en la madera de la mesa.
    
    —¡Mierda…! —jadeó—. Estás… enorme.
    
    Él no respondió. El calor de su interior era abrumador, como un guante de seda ajustándose a cada centímetro de su miembro. Comenzó a moverse, despacio al principio, luego con más fuerza.
    
    Rita, lejos de retroceder, empujó su cadera contra él, buscando más.
    
    —Más duro —ordenó, con una voz que no admitía discusión—. Quiero sentirlo todo.
    
    Gonzalo obedeció. Cada embestida era una afirmación de su deseo, una reivindicación de todo lo reprimido. Rita gemía sin control, sus palabras entrecortadas.
    
    —Sí… ahí… ¡Justo ahí!
    
    El aire en la bodega se había vuelto espeso, cargado con el olor a humedad, metal y el perfume dulce del ...
    ... sudor de Rita. Gonzalo la tenía prendida contra la mesa, sus caderas chocando contra las nalgas blancas de la joven con un ritmo cada vez más desesperado.
    
    Rita ya no podía formar palabras coherentes. Entre jadeos y gemidos, solo alcanzaba a articular frases entrecortadas:
    
    —"Ahí... ahí... no pares... por favor..."
    
    Sus manos, antes aferradas al borde de la mesa, ahora buscaban las de Gonzalo, entrelazando sus dedos con los del jardinero como si temiera que este intentara separarse de ella. El contraste entre sus pieles era notable: las palmas callosas y ásperas de él, contra la suavidad casi infantil de sus manos pequeñas y delicadas.
    
    Gonzalo, por su parte, sentía que perdía el control. El calor de Rita lo envolvía, lo consumía. Cada vez que se hundía por completo en ella, podía sentir cómo sus músculos internos se apretaban alrededor de su miembro, como si no quisieran dejarlo ir.
    
    —"Estás tan... apretada..." —gruñó al oído de la joven, notando con satisfacción cómo ese comentario hacía que su cuerpo respondiera con un nuevo espasmo de placer.
    
    Pero Rita, aunque sumisa en el acto, no era una participante pasiva. En un movimiento inesperado, se liberó de su agarre y se dio vuelta para enfrentarlo. Ahora era ella quien lo empujaba contra los anaqueles, sus ojos oscuros brillando con una mezcla de inocencia y lujuria que lo dejó sin aliento.
    
    —"Quiero ver tu cara cuando te corras dentro de mí" —susurró, guiándolo de nuevo hacia su interior.
    
    Esta nueva posición ...