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Cuando follé con mi suegra (2 de 3)
Fecha: 16/09/2025, Categorías: Sexo con Maduras Autor: Carloss, Fuente: CuentoRelatos
Tengo que reconocer que las semanas posteriores fueron tensas y extrañas. En las comidas compartíamos miradas mezcla de complicidad y desasosiego. Intenté varios acercamientos, pero siempre me rehusaba. Imagino que se sentía incómoda y confundida al igual que yo, pero en mi caso no podía quitármela de la cabeza. Soñaba con ella a todas horas, en su cuerpo, sus caricias, su olor… Me iba a volver loco. Tuve que conformarme varias semanas en “robar” del cesto de su ropa bragas y medias suyas que me recordaran su olor. Aquello irremediablemente terminó convirtiéndome en todo un fetiche de su ropa interior ya que casi sin darme cuenta terminé masturbándome con cada prenda que caía en mis manos. El olor penetrante y fuerte que desprendían sus braguitas usadas me hacían imaginarme mil y una escenas de sexo con ella y cada suspiro de mi nariz me recordaba aquella gran raja suave, de labios bien formados que unas semanas antes me había absorbido hasta las entrañas. Me sentía aún más culpable pero mis instintos eran esos y no podía luchar contra ellos. Uno de esos fines de semanas nos quedamos como tantas otras veces sentados hasta altas horas de la noche viendo la tele y cuando al fin estuvimos solos, me acerqué diciéndole que teníamos que hablar. -No hay nada de qué hablar, Carlos. Cometimos un error y no volverá a suceder. -Contestó tajantemente. -Pero mujer, sí pasó y fue increíble, por lo menos para mí. Y necesito volver a tenerte cerca. -Ni se te ocurra, soy la ...
... madre de tu mujer y me siento incómoda hablando del tema, por favor. Le acaricié el muslo tímidamente mientras insistía que debíamos darnos una oportunidad y que las cosas no pasan porque sí, pero ella seguía con la mirada fija en la televisión. Le retiré su batín hacia un lado para dejar su pierna al descubierto, pero me miró fijamente y me puso su mano en la mía parando todo movimiento. -Por favor… No está bien… -Déjame sólo un momento… -le susurré mientras besaba su cuello. -Nooo… Nos van a pillar… Estamos en el salón… No está bien esto… -Sólo un momento –dije convencido. Si te agobias dímelo y paro. Le agarré su pierna recorriendo con mi mano su muslo y entrepierna. Estaba muy caliente y mi temperatura me imagino que iba en proporción a la de su pierna. Le toqué sus braguitas y posé mi mano en el coño. Ella negó pesadamente con la cabeza y se dejó ir hacia atrás. Era como una invitación dudosa e insegura, pero invitación al fin. Me envalentoné y sin tiempo a que se arrepintiera agarré sus bragas y las arrastré hacia debajo de la mesa camilla dejando al descubierto aquella entrada prohibida que me hacía perder la razón. Mi mano empezó a acariciarlo suavemente introduciendo los dedos cada cierto tiempo mientras ella cerraba los ojos y se dejaba hacer… Me deslicé debajo del sofá y acerqué mi cara a su chocho que desprendía ese olor inconfundible con el que tantas otras veces me había pajeado pensando en él. Inmediatamente ella pareció leer mi pensamiento ...