Encontré a mi ex en la universidad a distancia - Relatos Eróticos

Encontré a mi ex en la universidad a distancia

Sonia fue mi primera novia. Hacía años que nos habíamos separado, y habían sido raras las ocasiones en las que nos habíamos vuelvo a ver por casualidad.

Cursando mis estudios en una universidad a distancia, me sorprendió encontrar a una chica con su mismo nombre y apellido. Al acceder a su perfil, pude confirmar al ver su foto que se trababa de "mi Sonia". Esto de "mi" no lo digo de forma posesiva, sino porque no era otra Sonia, sino la que yo conocía.

Intercambié en el foro del aula un par de mensajes sobre la asignatura en la que coincidíamos, y pronto llamé su atención.

Me escribió por whatsapp con un mensaje muy animado por la coincidencia.

Sin pensar mucho en lo que decía, le dije que podríamos quedar un día para hacer juntos la práctica de la asignatura.

Todo quedó en una propuesta educada hasta que estuvimos a una semana de entregarla y me volvió a escribir.

SONIA: Hola Luis, ¿ya tienes lista la práctica de Contabilidad?

LUIS: ¡Hey! No, la verdad es que no. Me da mucha pereza y la estoy dejando para el último momento. Qué coñazo.

SONIA: A mí me pasa igual. ¿Sigue en pie tu propuesta para hacerla juntos?

No le contesté al momento. Una cosa era intercambiar un par de mensajes, y otra muy diferente era quedar con tu ex. Habíamos cortado debido a sus infidelidades, y volver a tener algún tipo de relación, aunque fuera amistosa, era algo que había que pensar un poco. Yo en aquel momento no tenía pareja, hacía unos meses que la que era mi novia y ...

... yo habíamos cortado, así que pensé: «por qué no, tampoco voy a estar haciendo nada malo».

LUIS: ¡Claro! Cuando quieras.

SONIA: ¿quieres que quedemos en una biblioteca o algo?

LUIS: uff no, que ahí no se puede hablar. Si quieres vente a mi piso. No es muy grande, pero estaremos tranquilos y así me das algunas ideas de decoración, que recuerdo que teníamos muy buen gusto.

SONIA: vale, aunque a mi novio mejor le diré vamos a una biblioteca.

Aquella alusión me dejó un poco frío, pero no me eché para atrás.

Al día siguiente, por la tarde, después de trabajar, sonó el portero de mi finca.

Abrí, y el corazón empezó a palpitarme muy deprisa. Hacía años que no veía a Sonia. ¿Habría cambiado mucho? Vaya capullo que soy frivolizando. ¿Sacaríamos viejas rencillas a colación? ¡Espero que no!

Me aclaré la garganta y, vestido con camisa y vaqueros, tal cual había ido a trabajar, la esperé en el umbral de mi puerta.

Sonia salió sonriente del ascensor. Aunque ya no teníamos 18 años, el tiempo la había tratado bien. Sus gigantes ojos verdes me miraban recorriendo mi cara igual que yo hacía con ella. Era Febrero, y aún hacía fresco por la calle, así que llevaba puesto un abrigo.

Seguía siendo preciosa. No sé si ella pensaría lo mismo de mí.

Sin saber muy bien cómo reaccionar, la invité a pasar y le pedí su abrigo para colgarlo del perchero que había tras la puerta de entrada.

Se lo quitó, y sin decirme nada, me abrazó.

A través de su jersey de manga larga ...