GINA: LA HISTORIA Primera parte - Relatos Eróticos

GINA: LA HISTORIA Primera parte

... si nunca hubieras visto lo que hice. Yo no podía contestarle y mejor me puse a llorar, y agaché la cabeza. Yo creo que Joaquín captó en ese momento lo que me pasaba y tiernamente me tomó de la barbilla y me dio un beso prolongado y suave. Después me abrazó y me acarició la espalda y me dijo: ¿Entonces es verdad lo que siempre me imaginé de ti?, ¿Qué eres un alma afín a la mía? Yo me quedé atónita y volteé a verlo con cara de extrañeza sin atinar a pronunciar palabra. Sí, me dijo, lo mío es solo para cubrir las apariencias, no me gustan las mujeres. Me quedé helada y tuve que recargarme en la pared para no caerme. ¿Pero entonces como es que tienes un miembro tan grande?, le pregunté. Por que me gusta metérselo a nenas como tú. Mira, ahorita ya está bien parado, tócalo; me dijo. Yo tímidamente alargué mi mano hacia su entrepierna y pude palpar ese portento masculino con el que había elucubrado casi toda la noche. Me sentí desfallecer de deseo y quise arrodillarme ante él para brindarle pleitesía a ese dios que tanto me satisface. Pero Joaquín lo impidió y me dijo: A la salida nos vamos a tu casa, hagamos las cosas bien. El resto de las clases las pasé como en un sueño de estar imaginándome lo que íbamos a hacer en mi cuartito de azotea.

Casi corriendo nos fuimos en cuanto sonó el timbre de salida. Llegamos al cuartito y nos abrazamos con verdadera pasión, al tiempo que nos desnudábamos. Yo no pude aguantar más las ganas de saborear esa verga y me dejé ir vorazmente a ...

... mamársela, a acariciársela; apenas me cabía en la boca y mis manos no la alcanzaban a abarcar, pero haciendo un esfuerzo, pude meter casi la mitad entre mis labios y se la chupaba con verdadero placer. Cuando estaba por venirse, se quiso separar de mi golosa boca, pero yo lo retuve hasta que disparó toda su carga, la que en gran parte me escurrió hasta el pecho, pues era una cantidad increíble de semen. Una vez calmados, me ayudó a levantarme de mi posición de adoración, y me besó y con su lengua retiró los restos de sus mecos de mi cara, cuello y pecho, lugar donde me besó los pezones y succionó provocándome un orgasmo delicioso.

¿Ya lo habías hecho, verdad?, me preguntó; entonces le conté de mi vivencia con mi tío, y de las dudas que había sentido el día anterior. ¿Y ahora que piensas hacer?; Ser tu mujer, tu amante, tu puta, tu esclava, lo que tu quieras, amor mío. ¿De verdad estas dispuesta a hacer lo que yo quiera?, me preguntó. Si Joaquín, pruébame; le contesté. Quiero verte vestida de mujer, y cogerte así. Al escuchar eso me llené de alegría, pero una cuestión me preocupó. No tengo ropa, le dije. Eso no es problema, una de mis hermanas es de tu talla mas o menos, y como no está aquí puedes usarla; además, para que te vistas y maquilles cómodamente, nos vamos a mi casa el sábado que no va a estar nadie, ¿te parece bien? Yo casi bailaba de alegría y acepté todo lo que me propuso, pues era algo que había estado deseando desde que nos besamos en la escuela. Como ya había ...