1. Nada que Ocultar


    Fecha: 16/01/2025, Categorías: Fetichismo Incesto Autor: McLovin8, Fuente: SexoSinTabues30

    ... ya eres una muchachita sexy o no. – ¿Ha? – Sí, mira, si mi pitito se para, quiere decir que estás creciendo bien y te empiezas a ver sexy, como las mujeres más grandes. – ¿Como? – A los hombres se nos para ahí cuando encontramos sexy a una mujer. – ¿Y yo soy sexy? – Ahora lo vamos a comprobar amor, quedate quietita.
    
    Comencé a manosear mi miembro a su lado mientras con la otra mano acariciaba su espaldita y regularmente bajaba hasta sus nalgas para sobarlas y apretarlas. En menos de 5 segundos, mi falo ya estaba totalmente empalmado y luego de 5 segundos más de gozo, me detuve. Uf, que excitado estaba, mi miembro quedó como un verdadero mástil erguido. La niñita lo miraba anonadada, pero luego dirigió su vista a mi y me dijo:
    
    – Se te paró el pitito. ¡Soy sexy!
    
    Yo, con la respiración media agitada le respondí: – Sí amorcito, parece que sí.
    
    Nuevamente, con toda la acción detenida, me vino otra brisa de razón. Ahora sí era el momento de detener todo. Hasta acá “me había ido bien”, la muchachita, por su personalidad valiente no estaba incómoda ni asustada y era el momento ideal de parar. Pero, la excitación de esa retorcida escena anuló nuevamente mi estado coherente. Esa coqueta muchachita, con su ropita abajo, que miraba mi erecto miembro con su carita de niña, inocentemente feliz porque le dije que ella “era Sexy”. Y… ese culazo señores, ese culazo perfecto, desnudo, brillante…
    
    Miré hacia el camión y había un pedazo de tronco en el piso. Sin preguntar nada, ...
    ... tomé a mi muñequita de las axilas y la puse de pié sobre el madero. – Apoyate hacia adelante. Le dije, tomando sus bracitos para que se apoyara en el camión con sus manos.
    
    Quedó en una pose perfecta, con su hermosa colita bien paradita y al nivel de mi cintura. Ella me miró hacia atrás, ahora sí con una cara de duda.
    
    – Vamos a ver si haces que mi pitito se pare más mamita, quedate tranquilita.
    
    Comencé a pasar mi miembro entre sus nalguitas una y otra vez. Podía ver como esas pequeñas pompis redonditas se abrían y cerraban con cada una de mis pasadas.
    
    – Se siente como un palo. Me dijo. – Sí mamita, tienes una colita muy rica. Le respondí con la voz entrecortada.
    
    Efectivamente, el roce seco entre sus nalguitas le daba un placer ardiente a la inflada punta de mi pene y mi tieso tronco se hundía entre ellas al final de cada movimiento.
    
    Ya en un éxtasis máximo decidí cambiar mi técnica y ahora metí mi miembro por abajo, entre sus piernas. De inmediato pude sentir en la parte superior como ahora estaba rozando una suavesisima y blanda vulvita.
    
    – ¡Hay hay no! Exclamó la pequeña, moviéndose y flectando sus rodillas. – ¿Que pasa? ¿Te duele? – No, pero me hace cosquillas. – Tranquilita amor, estamos terminando. Le dije.
    
    La sujeté de su cintura, para mantenerla en posición y proseguí hipnotizado. Pude sentir y ver la blandura de su culito cuando chocaba contra mi y era aplastado por mi vientre una y otra vez. Ese roce entre los labios de su pequeña vulvita era más ...