Una Nueva Puta en el Catálogo... es Profesora - Relatos Eróticos

Una Nueva Puta en el Catálogo... es Profesora

... rápidamente a la plataforma para tomar en sus brazos a Daniela, quien se dejó caer en ellos y comenzó a sentir como de manera delicada, pero apresurada, le quitaban esa bola de goma de su boca que ahora le permitía respirar mejor, esos ganchos nipones de las nariz y ahora, con algo de dificultad, le sacaban esa mascara que no le había permitido ver durante largas horas. Ver el rostro de su hermana escondido detrás de ese gran antifaz de conejita pareció sanarla por completo.

Giselle:Te queda bonita esa chasquilla, Dani... pero nos tenemos que ir-Miró a los alrededores y se percató, con agradable sorpresa, de que Alonso había hecho lo mismo con la profesora María Isabel y ahora esta parecía dormida de placer en los brazos de este- ¡Hay que irse!

¡PUM! ¡PUM! Esas últimas dos explosiones habían alcanzado las grandes ventanas que ahora lucían reventadas, mientras el fuego comenzaba a expandirse por el lugar. A medida que el ambiente se hacía irrespirable, el muchacho y sus tres profesoras lograban llegar a las puertas principales justo cuando el fuego llegaba al primer piso por esa escalera desde el subterráneo. Todo era gritos y hombres y mujeres huían por el sendero principal hacia la ruta.

Facundo:¡ALONSO!-El gordo muchacho estaba junto a un árbol, comiendo uno de los canapés que sobraron del coctel de bienvenida, mientras con un brazo llamaba la atención de su amigo.

Alonso: ¿Y el resto?

Facundo: En el furgón, vámonos.

Alonso se detuvo y decidió tomar en ...

... brazos a la profesora María Isabel para seguir al trote a su gordo amigo. Más atrás ambas hermanas profesoras iban de la mano siguiendo a los muchachos hacia el furgón donde se suponía que el resto los estaba esperando.

Unos segundos después de que el peculiar grupo compuesto por dos muchachos adolescentes y tres maduras profesoras se perdieran por el sendero en dirección al estacionamiento, un ANCIANO ayudado de un bastón salía de la Hacienda por donde ahora el humo escapaba del interior por las ventanas y el fuego era visible a través del principal pasillo. Una mujer grandota, rubia y vestida de manera elegante se acercaba a él.

Mujer:¡Rudolf! ¡hay que irse!-La mujer tomó de la mano al anciano, quien daba golpes con su bastón contra la tierra- ¡El vehículo nos está esperando!

RUDOLF ROMMEL miró a la mujer unos instantes y no pudo evitar la mirada de odio. En el fondo la responsabilizaba o quizás se responsabilizaba él por, en los últimos años, haber delegado en otros decisiones que siempre fueron suyas... ¿cómo era posible? El lugar que construyó durante décadas ahora se estaba quemando. Chistó de molestia al saber que pronto todo ese lugar estaría lleno de bomberos y carabineros... intrusos; nunca en toda su existencia ingresó un carabinero o un bombero a su Hacienda.

Rudolf:Nichts ist mehr wichtig... nichts ist mehr wichtig...-Suspiró.

El anciano lanzó su bastón hacia un costado ante la mirada contrariada de la mujer y comenzó a avanzar hacia la casona, que se ...