1. El morbo de lo incorrecto


    Fecha: 07/06/2024, Categorías: Infidelidad Autor: aSeneka, Fuente: TodoRelatos

    ... menor (solo utilizo una mano).
    
    Ella abre los ojos y se lamenta por mí, pero de nuevo, con una sonrisa picarona, forma el diámetro de la polla de mi padre.
    
    —Joder, mamá. Ya solo hace falta que me digas que papá te folla durante horas.
    
    —Horas, no, pero está dale que te pego un buen rato. Pero que mucho, mucho.
    
    —¿Cuánto mucho?
    
    —Puessss —duda—, dos o tres muchos.
    
    —Dos o tres polvos seguidos. Qué cabrón. No tendrás una foto.
    
    Se pone seria y se aparta algo de mí.
    
    —Ay, nena, cómo voy a tener una foto de la polla de tu padre, por Dios.
    
    Levanto una ceja, escéptica. —Venga, mamá, no te hagas la tonta. Que todas hemos recibido fotopollas de nuestras parejas. Y de las que no lo son, también.
    
    Se pone colorada. La he pillado y se da cuenta. Yo sonrío.
    
    —Seguro que tienes por ahí alguna de papa con la polla dura. Venga, enseña.
    
    —Calla, anda, calla. Que no, o sea, que no. Y encima de tu padre. Anda que…
    
    Se ruboriza porque siente vergüenza de que la haya pillado. Ella siempre tan casta y tan piadosa, se le ha visto el plumero.
    
    —Bah, qué tontería. Una polla solo es una polla. Mira, te enseño la de Mario.
    
    Se escandaliza y se tapa la cara cuando saco el móvil, pero no puede evitar echar un vistazo cuando se lo planto delante. Curiosidad femenina, qué le vamos a hacer.
    
    Abre la boca y se sorprende. La polla de Mario no es como la de mi padre ni de lejos.
    
    —Vaya, pobrecito —me consuela—. Con lo guapo que es.
    
    —Y lo mucho que le quiero ...
    ... —apostillo—. Me tiene loquita.
    
    —Ay, sí. Y es tan bueno. No se me ocurre mejor novio para ti. Vais a ser muy felices.
    
    —Aunque no será por su polla. —Reímos como dos vecinas cotillas.
    
    Antes de salir del baño la retengo del brazo.
    
    —Espera, acabo de recordar que necesito algo.
    
    Ella me mira inquisitiva.
    
    —Necesito tus bragas —le digo.
    
    Abre la boca incrédula y me explico antes de que pueda negarse.
    
    —Es una historia un poco larga, pero —me llevo tres dedos al puente de la nariz, como si me costara decir lo que tengo en mente, arrepentida— no llevo bragas. Le prometí a un amigo que, el día de mi boda, se las regalaría. —La miro de reojo, ella me observa atenta— No pienses cosas raras, solo es parte de una promesa, sin mayores consecuencias. El caso es que no puedo aparecer delante de Mario sin ellas esta noche. Necesito que me dejes las tuyas.
    
    —Ay, nena, pero…
    
    —Porfa mamá, eres la única a la que puedo pedírselas. —Pongo ojos de gatito herido y ella se derrite por su hija única.
    
    Se las quita delante de mí y le ayudo a sacárselas. Sonrío cuando las veo de cerca. Son las que llevaba esta mañana cuando mi padre se la montó como una perra en su habitación. Llevan impreso el penetrante olor que rezuma su semen.
    
    —¿Y qué quieres? —se excusa con la cara roja como un tomate.
    
    Yo la abrazo y la beso con fuerza.
    
    —Me encanta —le digo, y lo hago de veras—. Cuando folláis es que todo va bien entre vosotros, que os queréis, que mi mundo sigue intacto y nada se tambalea. ...
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