1. Decías no pero, empujando, hacías que fuera sí


    Fecha: 27/03/2024, Categorías: Infidelidad Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos

    ... tobillos, se me ve todo”.
    
    - “Apenas se distingue algo blanco, y eso tiene de positivo que hace trabajar la imaginación sobre lo que hay detrás. Luego que hagamos todas te dejo libre para que borrés según tu gusto”.
    
    - “No me digás esas cosas que me ponen peor, ya que aumentan al unísono excitación y miedo”.
    
    - “Ahora girá el torso para que quede perpendicular a la pared, la cabeza baja como mirando al zócalo y la rodilla izquierda levantada, mostrando muslo y nacimiento de la nalga”.
    
    Hice tres tomas mirando ese costado y me moví para enfocarla de frente, muy cerca, para que cabeza y cuello quedaran fuera del cuadro y, sin decir nada, tomé su rodilla y la hice abrirse más.
    
    - “Así está mejor”.
    
    Tres tomas más, hechas casi a ras del piso, fueron material suficiente.
    
    - “Vamos a sentarnos así las vemos juntos”.
    
    La ayudé a levantarse pero como si obedeciera a un mecanismo automático, pues todos mis sentidos, mi atención y mi mente estaban pendientes de ese triángulo de tela blanca que se distinguía entre los muslos. Y fuimos al sillón ubicándonos pegados para ver las imágenes, yo con los antebrazos apoyados en los muslos femeninos para evitar que movimientos involuntarios de las manos dificultaran la visión. Ante la primera ya se llevó la mano a la boca en señal de asombro.
    
    - “¡Madre mía!, todo lo que se me ve”.
    
    - “Solo una pierna y gran parte de la nalga”.
    
    - “Menos mal que cara y cuello quedan ocultos.”
    
    La excitación que me dominaba era tal que, ...
    ... con la mente y la voluntad anuladas, tiré a la basura escrúpulos, barreras y cadenas que ponían freno al cumplimiento de mis deseos. La siguiente toma centrada en la conchita, oculta tras la tela pero con la hendidura entre los labios perfectamente visible, la hizo sacarme el teléfono que yo sostenía para acercarlo a sus ojos, cosa que aproveché para que mi mano libre quedara con la palma hacia abajo a milímetros de su vulva mientras pasaba el brazo por detrás de sus hombros aunque apoyado en el respaldo del sillón. En esta oportunidad no me preocupé por disimular la dolorosa y visible erección de mi miembro, que ella percibió, primero de reojo y luego mirando fijamente; lo positivo fue que esta vez no escapó como en la anterior.
    
    - “¡Santo cielo! Cómo puede ser que me preste a esto?
    
    No le respondí sino que mi palma se movió para descansar sobre la mullida unión de los muslos, mientras el brazo pasó a estar sobre los hombros con la mano colgando sobre la tetita que exhibía un erecto pezón, y ahí sí le susurré al oído.
    
    - “Abrí preciosa”.
    
    Con voz lastimera me pidió que no le hiciera hacer eso, pero separó al máximo las rodillas, y ahí aproveché para bajar los breteles y subir el ruedo de modo que el vestido formara un rollo en la cintura, dejando tetas al aire y una biquini escueta de color naranja. Mientras ella seguía con la letanía <No, no, no>, mi boca se ocupaba de los duros pezones y el dedo mayor diestro recorría el canal entre los labios vulvares.
    
    En muy ...
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