Decías no pero, empujando, hacías que fuera sí
Fecha: 27/03/2024,
Categorías:
Infidelidad
Autor: suruminga, Fuente: CuentoRelatos
... pudor femenino, pero debieras estar contenta de tener esas redondeces hermosas, capaces de alterar a cualquier hombre”.
En eso sonó una llamada entrante al celular que se apresuró en atender.
- “Es Julio, dice que guardes todas tus cosas, viene para acá a ver rápidamente como va el avance del trabajo y luego te lleva a la empresa porque no le funciona el aire acondicionado”.
Acomodé todo y luego de guardar las herramientas me jugué esperando no desencadenar una catástrofe.
- “Ester, si el clima lo permite, será posible que mañana tengas la misma vestimenta que hoy?”
- “No sé, lo voy a pensar”.
Y se fue dejándome solo, volviendo al rato; se había cambiado y vestía pantalón con una camisa abotonada cerca del cuello. Buena seña, pensé, ese vestido hermosamente sugerente era solo para mí.
El desperfecto que lo dejó sin aire acondicionado al marido de Ester era pequeño pero de acceso costoso, así que me demoré un poco. En ese lapso entró un empleado viejo que evidenció tener amistad con el ocupante de la oficina; como yo estaba detrás de la biblioteca no me vio y soltó la pregunta pensando que estaban solos.
- “Ya le diste su ración de leche a la putita de tu secretaria?”
Al no haber respuesta y cambio de tema, presumo que el interrogado debe haber contestado con alguna seña. Yo, sin darme por enterado, salí al terminar la reparación y, saludando, me retiré. Sin querer me había enterado de algo curioso, aunque no me rozaba pues mi noviazgo había ...
... concluido cuatro meses atrás.
Al día siguiente volví temprano a la casa de Ester pues la tarea de la jornada anterior había quedado por la mitad; me abrió la puerta el doctor, saludé y seguí hacia las dependencias de servicio pues tenía que terminar esa parte; en el trayecto me crucé con la esposa, nos saludamos respetuosamente y pude apreciar unas hermosas nalgas enfundadas en el jean que vestía, aunque fuera algo holgado.
Con el dueño de casa intercambiamos algunas palabras sobre el avance del trabajo y en seguida se fue. Habría pasado una hora cuando se acercó Ester, se había cambiado y tenía el mismo vestido de ayer, ofreciéndome tomar un café en la cocina junto con ella. Ninguno aludió a la vestimenta, evidentemente ella por pudor y yo respetando su actitud; no había razón para quemar etapas. Disfruté bebida y compañía, tratando de no ser pesado con la mirada sobre ese cuerpo, a todas luces, delicioso. Al levantarse para dejar las tazas recién usadas mi vista se clavó en ella.
- “Jerjes, qué estás mirando?”
- “Por favor, no te muevas, ahora te muestro, podrías separar un poco los pies?”
Y le saqué una fotografía donde se destacaba la silueta, recortada sobre la luz que entraba por la puerta, dando lugar a un espectáculo maravilloso; la leve separación que le había pedido permitía ver la unión de las piernas con el agregado que el vestido, al ser claro, dejaba percibir nítidamente la bombachita la cual era de un color algo más oscuro. Al mirar mi celular se llevó ...