Nombre de ángel: Matías
Fecha: 19/09/2017,
Categorías:
Erotismo y Amor
Hetero
Autor: Mewlen, Fuente: CuentoRelatos
Nunca pude explicarme el placer que sentía don Manuel González con su carrera. ¿Cómo podía sentirse orgulloso de colaborar con el desalojo de una familia que no podía pagar ni la alimentación de sus hijos? Desde niño supe que aquello no era para mí. Siempre fui más un hijo de mi madre. Me gustaba trabajar con mis manos -cosa que mi padre deploraba- y siempre tuve algo de interés por las artes. Papá, viendo todo aquello, no cejó hasta conseguir con sus contactos una plaza para estudiar derecho; para su contrariedad, sólo la consiguió lejos de casa. Aproveché la oferta paterna para poner tierra de por medio y buscar como labrarme un futuro usando mis manos y por fin cortar el lazo con alguien a quien, honestamente, despreciaba. Debí cursar un par de semestres en la carrera para dar gusto a mi padre; gracias a ello logré dar con lo que vendría a ser mi vocación: Buscando un trabajo de medio tiempo, Miguel, un tipo bastante desesperado por ayuda, me ofreció 50 euros por trabajar una noche entera. Al principio pensé que quizás quería propasarse conmigo, pero la diferencia en nuestras envergaduras físicas estaba a mi favor, así que no temí demasiado. Le pedí más datos y resultó que estudiaba arquitectura... necesitaba desesperadamente ayuda para terminar una maqueta. A pesar de advertirle acerca de mi inexperiencia insistió en que me encargaría de las cosas simples: cortar sobre líneas trazadas y pegar superficies simples... nada que un lego como yo, con un pulso medianamente ...
decente, no pudiera hacer. No fue la única vez que requirió de mis servicios y, dándose cuenta de lo rápido que aprendía, fue mi primer "alcahuete arquitectónico". Me recomendó con sus amigos, trayéndome más trabajo y experiencia y, por, sobre todo, llevándome a descubrir en mí una desconocida veta de arquitecto en ciernes. Acabamos haciéndonos amigos y fue él quien me convenció de montar un taller con el que ganar dinero... Bienvenida independencia. El trabajo durante el mes de diciembre había sido agotador, pero había pagado sus dividendos: había cobrado la manufactura de un total de 5 maquetas y por fin dispuse de algo de dinero en mis bolsillos como para ir a visitar a mis padres. Pensé que se morirían si supieran que su perfecto niñito, en vez de dedicarse a estudiar derecho, como ellos creían, hacía tres años que pasaba sus días entretenido en su taller de fabricación de maquetas y miniaturas. La visita fue exactamente igual a las anteriores: pasé casi todo el tiempo con mi madre, ya que mi atareado e importante padre tenía urgentes asuntos de negocios que tratar. No era que me molestara: mi madre era una buena mujer, quien simplemente tuvo la desdicha de casarse con mi padre, un adicto al trabajo donde los haya. Charlamos y paseamos por la ciudad, hablando de nuestras vidas y de mi futuro, sin entrar en específicos. Le alegró mucho el verme tan feliz, y yo creí percibir una sombra de tristeza en su mirada, pero ante su negativa a darme detalles no quise ahondar más. Aun ...