Noches mágicas - Acto III
Fecha: 17/09/2017,
Categorías:
Gays
Autor: SirLawrence23, Fuente: xHamster
... era más gruesa, y se mantenía dentro. Podía percibir el tacto de sus huevos contra mis nalgas. Se mantuvo quieto unos segundos, percibiendo mi presión, y dando tiempo a que mi agujero se relajara.Aproveche este momento para acariciar las nalgas duras y redondas de René. Las volví a separar y recorrí con mi lengua toda su raja, cosquilleando su ano. Al tiempo que Sergio iniciaba una maniobra de despegue de mis nalgas que fue igual de lenta y placentera. La falta de presión en mi interior hizo volver a su sitio a la próstata causándome un nuevo espasmo. Y antes de salirse del todo volvió a entrar, muy despacio de nuevo. Y muy despacio sentí la nueva sensación de placer y de gozo. Salía y entraba sin ninguna prisa. Se había inclinado y chupaba al tiempo de sus embestidas la enorme polla de René. Retardaba con ello la presencia de un orgasmo incontrolado debido a la presión de mi ano sobre su aparato. Pero yo sucumbía con espasmos largos y convulsiones más duraderas. Tras varias idas y venidas mi cuerpo bailaba al son de sus caderas, al repiqueteo de sus huevos en mis nalgas y a los impulsos de su mástil en mi interior. Los espasmos se sucedían sin apenas pausa alguna y, aunque intenté no concentrarme en ellos, para prolongar mi placer – o mi agonía -, lamiendo el suave agujero de René, que se abría ante mis ojos como una fruta madura, no lograba dar dos lametones seguidos; tenía que parar para dejar escapar un suspiro, un grito o un gutural ¡aaaahhh!.Ello hizo que el ritmo de ...
... las embestidas empezara a acrecentarse. Mi culo empezó a arder. Mi corazón me saltaba en el pecho, se habían disparado las pulsaciones. Me costaba respirar y mis jadeos se hicieron más fuertes y constantes. Mi polla rezumaba líquido seminal sin parar. Hasta que súbitamente me empezó a invadir un hormigueo desde los pies hasta las nalgas y desde el agujero del culo a los huevos y a la polla. Y por otro lado, subía por la columna vertebral con dirección al cerebro. Mi posición, con la cabeza entre los muslos de René y los míos descansando sobre los brazos de Sergio, hacía imposible que pudiera moverme o escaparme – ¿y quién lo quería? -. Sin embargo, mi cuerpo comenzó a moverse con sucesivas convulsiones que hicieron temblar a mis opresores. Sergio dejó la polla de René y se centró exclusivamente en mí. Mi cuerpo comenzó a convulsionarse y a gozar de un orgasmo completo desde los pies hasta las pestañas, desde mi interior hacia todos los poros de mi piel. Mi polla se disparó como un cañón, con abundantes descargas de esperma que fueron a parar a mi pecho y a los muslos de René. Me retorcía de un lado a otro, me agitaba como un poseso, gritaba de placer, mientras Sergio seguía y seguía martillando mi culo.Estaba exhausto, rendido, totalmente abandonado a mi verdugo, al martirio de su polla. El tiempo dejó de existir. No sé si fueron segundos, minutos u horas. Todo era placer y yo carecía de voluntad y de consciencia del mundo exterior.Tras decenas -(a mí me lo parecieron)- de ...