Encuentro clandestino
Fecha: 17/09/2017,
Categorías:
Infidelidad
Autor: ámbar coneja, Fuente: CuentoRelatos
... poco con el frenesí de la cabalgada que me pegó. Cogía rico, gemía como una salvaje y decía todo el tiempo que quería pija todos los días. Yo le pegaba en el culo, le escupía las lolas, le mordía los pezones, arqueaba mi cuerpo para que mi pene se le entierre más y más adentro, y le juraba que mi novia nunca me había hecho gozar así. Acabé como un conejo en cuanto comenzó a morderme los labios, diciendo sin parar de moverse: ¡acabame asquerosooo, dame lechitaaa! Aturdidos y temblorosos fuimos a su pieza. Allí ya nada sería con tanta ternura. Ella me tiró en la cama y me chupó la pija. Se me subió otra vez para unir nuestros sexos, esta vez dándome la espalda para que su culo tremendo sea como agua fresca para mis manos. Después yo me le subí arriba y le martillé sin descaro esa conchita jugosa, caliente como pocas, ávida de pija y sin un pelito. Le pasé la chota por la cara y por las tetas, me la mamó acostadita y entonces, se puso en cuatro sobre la cama. Mi valentía la sometía con todas mis fuerzas apenas su glande se anidó en su vagina, y le di duro para estremecerme con sus alaridos. Tenía que morder la almohada para no alertar a sus vecinos. ¡cogeme, toda hijo de puta, dame toda esa verga, así papi, haaay, haceme tu puta pendeeejoooo!, decía presa de mi instinto animal, y me chupaba los dedos cada vez que se los sacaba de la conchita. No sé cómo fue que llegamos al ropero, pero allí la arrinconé y le di más verga por la concha, ahora con mis dedos estimulando su ...
... culito. ¡Ni creas que te voy a dar mi cola Franquito!, dijo riendo cuando me fregaba las tetas por la pija, de nuevo agachadita con la cabeza contra el mueble. Ahí me hizo otro pete con el que casi le hago un hijo por la boca. Pero esta vez no se le dio, pues, de inmediato terminamos en el piso, ella sentada sobre mi pecho. Allí, mientras yo le colaba deditos en el chochito con mi pija rozando sus nalgas me preguntó qué era lo que más deseaba hacerle, o que ella me hiciera. No obtuve una rápida respuesta. Por lo que ella me acomodó de costado, se recostó pegadita a mí y colocó mi pija en su deliciosa semilla para que me la coja como en cucharita. Ella levantaba la pierna derecha y me clavaba las uñas por donde quiso mientras yo le daba bomba prometiéndole que esa cola iba a ser mía. Ahí empezamos a jugar de manos como a pelearnos. Ella se zarpaba porque me pegaba fuerte. Nos corrimos por todos lados, y ella se descostillaba de risa cada vez que me chocaba con algo. Claro que no permitía que tuviese un accidente grave. Cuando la atrapé en la cocina la tiré boca abajo en la mesa, le abrí las piernas, le di terribles chirlos en la cola y le mandé la pija por la concha para seguir cogiéndola como el olor de su piel me lo imploraba. Entonces, en un solo ataque de calentura le abrí el culo, le eché una tremenda escupida, le revolví la conchita con los dedos al tiempo que le apuntaba el agujerito con mi poronga y, antes de que dijera cualquier cosa se la metí de lleno. Le dolió, pero no ...