Su nombre no era el de todas las mujeres
Fecha: 21/02/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Anónimo, Fuente: SexoSinTabues
... bailando bajaba perreando y subía sinuosamente pasando mi culo por sus piernas. Yo mordía sus labios, aspiraba el aire de su boca y cubría de besos y mordiscos suaves cada centímetro de su mandíbula. He de decir que esos besos han sido de los mejores que he tenido hasta hoy. El karma me jugó una mala pasada por haber sido una pequeña diablesa al inicio de la noche: mis amigos se iba, la discoteca iba a cerrar y una de sus amigas empezaba a ir en modo borracha-melancólica. Yo no me quería ir y ella tampoco. Para colmo, uno de los chicos con los que había jugado antes nos sorprendió besándonos y se fue entre molesto y decepcionado. He de decir que no tuve remordimientos cuando borré su número de la agenda. No era más que otro hombre. Cosas del destino, Carla, la chica que había vuelto loca, me invitó a pasar la noche con ella. Estaba en una residencia de estudiantes a pocas paradas de metro. Acepté encantada. Me hice cargo de su amiga durante el trayecto de vuelta, cosa que me divirtió bastante al ver los morritos de Carla cuando dejaba que su amiga se recostase sobre mí o cuando hacía tonterías para hacerla reír y que no se durmiese del pedo que llevaba. No lo hice con mala intención, lo juro. Pero verla celosa era demasiado excitante... Durante el camino a pie había notado su excitación y la había empotrado contra un muro después de que me parase, me mirase fijamente y se mordiese el labio de esa manera tan sexual. Sintiendo que era más fuerte que ella, oyendo cómo se ...
... aceleraba su respiración a medida que me acercaba, deslizaba mis manos por sus piernas. Ella empezó a morder mi cuello, y ante la respuesta de mi cuerpo, decidí que la calle no era un buen lugar para seguir con nuestros juegos. El resto del camino lo hicimos rápido y de la mano. Ya en su residencia me dejó ropa para dormir y ambas nos metimos en su cama. La besé en la mejilla y me volteé esperando que me buscase, y eso hizo. Empezó a acariciarme de la cintura hasta las costillas, cada vez más atrevida, cada vez más contacto. Empezó a susurrarme al oído: "no te duermas, no me hagas esto..." y a darme pequeños besos por el cuero cabelludo. Yo sonreí en la oscuridad, me giré y la miré seria a los ojos. "¿Estás segura de esto?" le dije, "sé que soy tu primera chica". Vació un momento hasta que me acercó y metió sus frías manos bajo mi camiseta, haciendo que me recorriese la columna un escalofrío de placer. Hasta el momento había besado a mujeres, pero nunca había pasado de ahí. Nunca había tenido sexo con ninguna. Acto seguido recordé mi bajón de la discoteca y me eché a llorar desconsoladamente. Ella, sorprendida, me abrazó fuerte y dejó que reposara la cara sobre su pecho. Estaba temblando de puro miedo, con los dientes chirriando, al borde de un ataque de ansiedad. No respondía ante mí. Mirando a la pared y oyendo sus dulces palabras tranquilizadoras conseguí calmarme e incorporarme. Ella se apoyó contra la pared y me miró preocupada. Cuando mi respiración se fue relajando y fui ...