1. Bajo el cielo de Siberia (2)


    Fecha: 19/02/2018, Categorías: Erotismo y Amor Autor: Barquidas, Fuente: CuentoRelatos

    CAPITULO 2º Nadia, en efecto, durmió hasta tarde, más, bastante más de las diez de la mañana pues eran ya más cercanas las once que las diez y media de la mañana cuando despertó; no fue “motu proprio” el despertarse, sino el roce de unos labios posándose en su frente, en sus mejillas, lo que la hizo abrir los ojos, sacándola del “dulce desconcertó” en que se sumiera. Había sido él, el joven amo Alyosha quien la despertó con un dulce beso en su frente, en sus mejillas, y ella se sintió contenta, embargada por una dulce paz en su espíritu. Parecía mentira que ese joven amo, que en tiempo no tan lejano, la impresionara tanto que hasta más miedo que otra cosa sentía en su presencia, ahora fuera su mayor fuente de tranquilidad, de sosiego… Y, además, era cierto, muy, muy cierto, que le veía con, más que otro sentimiento alguno, un cariño enorme, fruto del profundo agradecimiento que le profesaba. Le sonrió, con esa sonrisa tan suya, tan abierta, tan dulce, rezumando ternura a todo su alrededor, sonrisa que a él, al amo Alyosha, le encantaba…y de toda su vida, pues, aunque la jovencita nunca se enterara de ello, desde siempre, desde que ella era una cría de dos, tres años y él un casi adolescente de nueve, diez años, a esa niña le causó una gran ternura por lo angelical que era, lo inocente e ingenua que era Y allí estaba él, el amo Alyosha, sentado en la cama, a escasos metros de ella, con esa dulce, tierna, sonrisa en sus labios, en sus ojos, tal cual era habitual en él siempre ...
    ... que la miraba. Y Nadia, Nadezhda, se sintió feliz, gozosa, con sólo eso, verle ante ella, así, cariñoso, abierto a ella. Le tomó las manos, ambas manos entre las suyas, apretándoselas con cariño infinito… Cariño de casi niña, cariño de casi mujer, cariño, en cualquier caso, tierno, dulce, inefable… Pero, ante todo, limpio, impoluto, aunque también ello tuviera su pizca, digamos, erótica, de amor de mujer que, como capullito de flor, de rosa, se abre a la primavera, a la vida, en su primer amor… Aunque, de esto, Nadezhda, aún no fuera plenamente consciente… Estas aquí, amo; has venido… Has venido a veme…a ver a Nadia… ¡Y dale con lo de “amo”!... ¿No te tengo dicho que no quiero que me llames así?... Peo no me sale llamarle de otra forma, más que amo; amito Alyosha… Lo siento, amo, pero me es imposible dirigirme a ti de otra manera, pues es así como, a bote pronto, como me surge el llamarte… Lo siento, amo, pero es así, y no lo puedo remediar… El amo Alyosha sonrió, alegre, ante la salida de la muchacha, tan cándida, tan simple e inocente como todas las suyas, sin doblez, sin segundas intenciones en sus palaras, que bien podían dar pábulo a torcideras Intenciones en otros oídos que las escucharan… Y, dando carpetazo al asunto, salió del dormitorio no sin antes señalar un hatillo de ropa que dejara a los pies de la cama al llegar Aquí te dejo unos vestidos que le acabo de “tomar prestados” a mi hermana; creo, que te vendrán bien, si acaso sacarle alguna sisa en algún que otro ...
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