1. Aurora boreal (1)


    Fecha: 28/01/2018, Categorías: Lesbianas Autor: Lunacreciente, Fuente: CuentoRelatos

    ... puntillo, pero no nos emborrachamos. Decidimos volver a su casa en cuanto acabamos, entre las copas y las charlas se había hecho tarde. Nos dimos una ducha, nos pusimos el pijama y nos fuimos a mi habitación para continuar con la charla. Estábamos tumbadas boca arriba, hablando y riendo, contando locuras, hablando sobre nuestros mayores miedos e inseguridades. Y, de repente, sin venir a cuento, ella estalló en una carcajada. - Pero Aurora, ¿qué te pasa? - Dije, poniéndome de costado hacia ella. - Se me acaba de venir a la mente tu caída de esta tarde - decía, mientras reía cada vez más fuerte. A mí me divertía verla así, ella siempre ha sido una chica muy tímida e introvertida, y ver cómo reía a carcajadas, hablaba con tanta soltura y transmitía tanta seguridad, me encantó. - Sigue riéndote y te juro que me vengaré... -dije retándola. Pero ella dio un paso más adelante. - ¿Ah, sí? ¿Y qué harás? ¿Te volverás a tropezar? - Aurora, te voy a morder - dije, riéndome yo esta vez y pegando bocados al aire acercándome a ella. Y noté que cada vez se ponía más seria. - Si me vas a morder que sea en el labio, Luna. Esa frase me impactó. Nunca se me había pasado por la cabeza esa idea, y me encendió en cuanto salió por su boca. - No me tientes... - Muérdeme aquí - dijo, señalándose el labio inferior con el dedo índice. Alargué el brazo para poder acariciar su mejilla suavemente y, con las uñas, rocé su cuello. Noté que su respiración cada vez estaba más agitada. No me hice de rogar y ...
    ... la besé. Tenía los labios más suaves que había besado nunca, eran carnosos y su color natural era de un rosado que quedaba de maravilla con su piel clara. La besé como si tuviera entre mis labios algo tan sumamente frágil, que se podría romper en cualquier momento. Su lengua me buscaba, y la acaricié con la mía. Me aparté y la miré directamente a sus ojazos. Sonreí. Y volví a acercarme a su boca, esta vez para morderla antes de seguir besándola, acelerando cada vez más el beso. Suspiró y se removió en la cama, seguía boca arriba, pero su rostro estaba girado hacia mí. Se removió tanto, que la camiseta del pijama se le subió, dejando al descubierto medio pecho. Bajé de los labios al cuello, besándola, mordiéndola, pasando la lengua; la mano que antes lo rozaba, ahora acariciaba su abdomen plano. La fui subiendo poco a poco hasta la parte inferior de su pecho, y la miré buscando su consentimiento. Una mirada suya me bastó para levantarle la camiseta, dejando ambos senos al descubierto. Tan redondos, tan preciosos, con una aureola pequeña y oscura, y un pezón que gritaba ser mordido. Seguí besándola, dando suaves pellizcos en ambos pezones, primero en uno y luego en otro, escuchando sus gemidos leves que buscaban ser liberados de su boca. Con mi otra mano pellizcaba uno de mis pezones. En este punto de la noche ambas sabíamos cómo queríamos que acabara, lo deseábamos tanto, que ninguna se dio cuenta de que sus padres habían llegado a casa. Hasta que, de repente, se escuchaba el ...