Aurora boreal (1)
Fecha: 28/01/2018,
Categorías:
Lesbianas
Autor: Lunacreciente, Fuente: CuentoRelatos
Hola, me llamo Luna. Tengo 20 años. Mido 1'70cm, tengo el pelo largo y ondulado, soy morena de ojos marrones y tengo buen cuerpo; pechos contundentes y culo atlético. Hace tres años, conocí a una chica estupenda. Nos presentó un amigo en común, de quien ambas nos enamoramos y de quien ambas nos arrepentimos de habernos enamorado. Nosotras conectamos enseguida y comenzamos a hablar a diario, pero no podíamos quedar ya que vivimos en provincias diferentes. Ella es Aurora, tiene mi edad y es tan preciosa, que ni siquiera las auroras boreales le hacen justicia. Es rubia, tiene el pelo largo y lacio, los ojos de color miel, es un poco más bajita que yo y con un cuerpo de infarto. Tiene unos pechos más pequeños que los míos, pero también con un buen tamaño, y un culo que me pasaría toda la vida mordiendo. ******************************* Tras tres años comunicándonos a través de redes sociales y llamadas telefónicas, me surgió la posibilidad de ir a visitarla. Me propuso quedarme todo el fin de semana en su casa y acepté encantada. Nunca pensamos la una en la otra de ninguna manera más allá que una amistad; de hecho, nunca pensamos en ninguna mujer con esas intenciones. Llegó el día, eran las seis de la madrugada de un viernes, me subí al tren y partí hacia mi destino. Ella me esperaba en la estación, literalmente, con los brazos abiertos. Corrí hasta alcanzarla y nos abrazamos de una manera tan tierna que la gente nos miraba y nos sonreía. Ninguna se podía creer aquella ...
... situación, por fin juntas. Después de tantos años contándonos nuestros problemas, hablando de nuestras aventuras y nuestras ambiciones, riendo y llorando juntas, mi amiga y yo nos pudimos mirar cara a cara y sentirnos cómplices de verdad. Ya nada podría destruir nuestra amistad, a partir de ese momento, se había hecho más fuerte, si cabía. Después del saludo, nos dirigimos al aparcamiento y, como ambas estábamos cansadas, fuimos directamente a su casa. Vivía en un chalet con sus padres y me había preparado la habitación de invitados, ya que su cama era individual y no había suficiente espacio para ambas. Estuvimos un rato hablando y riendo mientras yo guardaba mi ropa en el armario, y luego salió del cuarto para dejarme dormir un poco. ******************************* Cuando me desperté, ya era la hora de la merienda y decidimos salir a tomar un café y aprovechar para hacer un poco de turismo. Me enseñó sus rincones favoritos, los lugares a los que iba siempre que necesitaba un poco de espacio y tranquilidad, y acabamos en la playa. Estábamos a finales de primavera, así que hacía un tiempo muy agradable y ambas llevábamos vestidos cortos. Empezamos a hacer el tonto en la orilla y yo, al no darme cuenta de que había una roca, me tropecé y caí empapándome entera. Ambas reímos muchísimo, ella más que yo, y decidimos que sería nuestra primera anécdota. Me sequé como pude, me puse una rebeca y fuimos a cenar a su restaurante favorito. Con la cena, bebimos algo de vino y alcanzamos el ...