Mi esposa… (2)
Fecha: 09/01/2018,
Categorías:
Sexo en Grupo
Autor: Lucas, Fuente: CuentoRelatos
... de su cartera una serie de utensilios y cosméticos maquillaba su belleza acentuándola con rapidez y destreza. Luego de perfumar su cuerpo y arreglar su cabellera me sugirió levantarme y asearme como ya lo había hecho ella y yo, tomando resignado un albornoz de mi amigo, salí del dormitorio rumbo al baño común con cierto desgano ya que me hubiera gustado tener sexo con ella antes de tomar un baño. Unos instantes antes de salir de la ducha, alguien había tocado la puerta, era mi amigo quien había regresado trayendo algo de comer y me pedía darme prisa. Yo fingiendo no escucharle bien, le dije que ya les alcanzaba y que siguieran sin mí. Luego de esperar prudencialmente cierto tiempo, salí discretamente del baño, puesto que no quería que nadie me vea en esas fachas. Llenando mi mente de pensamientos obscenos, abrí sigilosamente la puerta del dormitorio, para descubrir que mi bella mujer se encontraba, en el recién tendido lecho, recostada boca arriba y sus piernas abiertas exhibiendo su hermoso coño, colgaban al borde de la cama apoyando en el suelo sus delicados pies calzados en sus zapatos de tacón. Mi amigo a su lado, vestido aún, besaba su roja boca una y otra vez encajando su serpenteante lengua en la abierta boca de mi esposa quien estiraba también su propia lengua para envolverse al apéndice bucal de mi amigo como si de un duelo de reptiles se tratase. Asimismo, observé que mi amigo en determinados momentos, lengüeteaba el pabellón de la oreja de mi dulce esposa y ...
... simultáneamente parecía decirle a mi mujer cosas al oído que ruborizaban sus mejillas. Pude ver también con claridad que la mano izquierda de mi amigo volaba de un seno a otro: apretando, pellizcando y estirando con plena libertad los rojos y excitados pezones de mi amada señora. Quitándome el salto de baño que había tomado al salir de la habitación cuando me dirigía a la ducha, me acerqué lentamente hacia ellos a la vez que mi amigo se apartaba un poco de mi esposa como cediéndome su lugar. Me arrodillé frente al sexo de mi amada y contemplé por un momento la maravilla que tenía ante mis ojos. Los suaves y depilados labios de su coño se hallaban separados e hinchados de deseo, siendo por ello incapaces de esconder el rosado intenso y húmedo de su interior en el que se erguía desafiante cual perla de una almeja marina, un enrojecido clítoris que invitaba a contemplar la entrada de su vagina que como pequeña boca de un pez enviando besos, se abría y se cerraba convulsivamente dejando escapar en cada movimiento el delicioso néctar femenino típico de la hembra que ya está lista para el coito. Aquel bello panorama sumado al delicado aroma de su perfume, provocaron que mi boca se hiciera agua, así que con suave detenimiento y poniendo toda mi percepción sensorial en mis papilas gustativas, repasé con gran lentitud una y otra vez con la punta de mi lengua el abierto sexo de mi señora quien no podía evitar mover su pelvis hacia mi boca para acrecentar el contacto y obtener más placer para ...