Historia del chip 015 - La cita - Kim 007
Fecha: 08/01/2018,
Categorías:
Grandes Relatos,
Lesbianas
Autor: chopin, Fuente: CuentoRelatos
... atuendo una vez se hubiera sentado, pasara lo que pasara. Mientras estuviera con él, no tenía derecho alguno sobre el mismo. Kim no podía creérselo. El vestido se descolocaba en cuanto respiraba. Iba a desnudarse cada dos pasos y no podría volver a cubrirse. Una vez sentada, consciente de la exigua tela, no pudo evitar pensar en el espectáculo que iba a ofrecer. Debido al agarrón de Roger en su cintura, la tela apenas cubría los pechos y con las piernas abiertas, estaba sentada encima del cuero. Parte de las nalgas sobresalían desnudas y Kim sentía el frescor sobre la hendidura trasera. Por los lados, las largas piernas descubiertas no podían ocultarse. La moto de Roger, también plateada, se mimetizaba con el vestido y realzaba todavía más la piel olivácea de Kim contrastando con el asiento negro del vehículo. La postura, la vibración de la moto, su exhibición impuesta y la necesidad acuciante de obtener de un orgasmo, mantenían frustración y excitación a partes iguales. Tenía tantas ganas de ser acariciada que llevó sus pezones a rozar la chaqueta de cuero de Roger, pero con un punto más de agresividad, aunque al darse cuenta de que el vestido se bajaría, dejó de hacerlo. Roger, sin parar la moto o disminuir la velocidad, le indicó a través del transmisor del casco que continuase. Al poco rato, los pezones de Kim, rozaban desnudos el cuero. Kim empujó sus pechos al máximo hacia delante para ocultarlos, presionándolos y tratando de impedir que bamboleasen más de lo debido. ...
... Llegados al destino y fuera de la moto, fingió despreocupación mientras esperaba que le ajustase el vestido. Roger no pareció considerarlo prioritario. Retiró primero su casco y los guantes. Extrajo la llave del contacto. Después de unos instantes eternos para Kim, por fin se dignó a cubrirla. No había nadie en ese momento en el aparcamiento de la discoteca, lo que no servía para consolarla. Se sentía desnuda en el vestido y saber que no tenía derecho a tocarlo le hacía sentir desvalida. Pero no podía dejar de admitir que era apasionante en grado sumo. Kim hizo lo que mejor sabía hacer: besarle sin dejar de restregar sus pechos en el ancho tórax, mientras sentía como las manos completaban su cuerpo. Le abrió la cremallera del pantalón, llevó a su boca el pene erguido y al cabo de un minuto el esperma de Roger inundó su garganta. En un mundo donde las mujeres se adaptaban a los hombres, éstos no tenían que preocuparse de esperar o mantener su excitación, y Kim siempre deseaba que derramase su esperma lo antes posible. Se hubiera sentido molesta consigo mismo si Roger hubiera tardado más. Pero para la nueva Kim era otra cosa. Lo hacía porque le gustaba tal y como Roger había pedido que se sintiese: libre por estar desnuda y practicar un fellatio en público. Roger subió el vestido de Kim, aunque no del todo. La parte superior de los senos quedó al descubierto, lo que permitió que la parte inferior del sucinto atuendo cubriese algo más del muslo. Miró a Kim, sabiendo qué estaba ...