Ana (9)
Fecha: 06/01/2018,
Categorías:
No Consentido
Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos
... recordó aquella noche, y tuvo que admitir que, a pesar de que en su cabeza no quería, su cuerpo, como siempre, la había traicionado, y mientras el tipo la penetraba por todas partes, ella gemía incontrolablemente. Estaba distraída pensando en esto cuando una sombra se puso en su camino. Era Alberto. Ana se sobresaltó, y nuevamente se dijo que era una estúpida. El tipo tendría que haberla seguido casi a las corridas, ¿cómo no se dio cuenta? — ¿Qué querés? —Le dijo Ana, seca. — Quería saludarte, muñeca. —le dijo el hombre, con su sonrisa perversa.— Y quería saber cuándo nos vemos de nuevo. —agregó, lanzando una mirada panorámica a todo el cuerpo de Ana. Una mirada con la que la desnudaba. — Mirá, lo que pasó esa noche, yo no quería que pase. —le contestó Ana. Estaba nerviosa, y no podía mirarlo a los ojos.— Y ahora tampoco quiero hacer nada con vos. — ¿no querías hacer nada? —dijo Alberto, para luego estirar la mano y estrujarle la teta. Ana no podía creer tanto atrevimiento. ¡La estaba manoseando en medio de la calle! Se sacudió para sacarse la mano de encima, pero no se animó a hacer otra cosa. — No quiero nada te dije. —y en un ataque de ira agregó.— Agradecé que estuviste conmigo una vez, que nunca más te va a dar bola una mina así. Se dispuso a alejarse de una vez por todas. Y se prometió que, si le ponía las manos encima de nuevo, gritaría lo más fuerte posible y así lo expondría. Pero lo que hizo Alberto fue otra cosa. — Así que no querías hacer nada. —dijo, sacando el ...
... celular del bolcillo del pantalón.— Mirá vos. Estas fotos no dicen lo mismo. Le mostró el celular, y deslizando la pantalla con sus dedos pasó una foto tras otra. Las imágenes aterrorizaron a Ana. En ellas estaba Ana siendo penetrada analmente por Alberto, Ana siendo penetrada analmente por el hombre rubio del puesto de diario del que nuca supo el nombre, Ana chupándole la pija a uno, Ana chupándole al otro. Ana desnuda cubierta de semen. Y en ninguna parecía estar siendo forzada. — Esas fotos las sacó Federico ¿te acordás de él no? Como no se iba a acordar de ese mosquita muerta hijo de puta. ¡Le había sacado fotos y ella no se había dado cuenta! — La cosa es muy simple zorrita. Vos hacé lo que te digo, y te salvás de que suba a internet estas fotos. Ana se estremeció. Ya se imaginaba lo que Alberto quería, pero igual preguntó: — ¿Qué querés de mí? — La cosa es simple, ahora vamos a ir a tu casa, y me vas a dar toda la plata que tenés. La respuesta descolocó a Ana. ¿Le quería robar? ¿Había escuchado bien? — Más vale que te decidas rápido, me vas a pagar o te cago la vida ¿vos sos docente no? ¿Te imaginás que todos tus alumnos vean tus fotos? Es mejor que me pagues. — ¿Y yo cómo sé que después no me vas a extorsionar de nuevo? — Eso no lo sabés zorrita, será cuestión tuya arreglártelas para no caer tan fácil la próxima vez, pero ahora estás jodida. — Pero ahora no puedo. Además, estoy con alguien en casa, y si se da cuenta que hay algo raro va a llamar a la policía. Mejor te ...