1. Ana (9)


    Fecha: 06/01/2018, Categorías: No Consentido Autor: Gabriel B, Fuente: CuentoRelatos

    ... disfrutás. Pero tenés que tener cuidado Anita. —acarició su mejilla y le dio uno de esos besos tiernos que tanto le gustaban a Ana.— tenés que tener cuidado, que el que juega con fuego, se termina quemando. — Está bien, tenés razón. Esa conversación le sirvió para aceptar que había algo malo en ella, pero su encono con Federico y con los otros dos tipos seguía inamovible en su interior. Con Micaela a su lado comenzó a disfrutar la vida de nuevo, y otra vez creyó tener el control sobre su destino. Pero cada tanto una alerta se activaba en su cabeza. En cualquier momento todo se desmoronaría, y debía estar preparada para eso. Pero mientras tanto se dejaba llevar por su nueva etapa lésbica. Se enamoró del olor a cajeta sin olvidarse del denso aroma a pija. Disfrutó de Micaela sin privarse de las vergas que se le antojaba comer. Y lo mejor de todo era que las compartían. El encuentro con Andrés y Joaquín se repitió, pero esta vez, luego de haber acabado, Ana se fue al living, donde Joaquín acababa de copular con su amiga, y Micaela fue al encuentro de Andrés, que observó atónito, como la morocha infernal aparecía ante él, desnuda, y se le abalanzaba como pantera a su presa. Los machos gozaron al cogerse a la amante del otro, y coronaron la noche observando como las dos mujeres hacían el amor ante sus incrédulos ojos. Vivieron la vida loca durante un tiempo que pareció interminable. Incluso, Ana, exceptuando a su sobrino, con quien se veía de vez en cuando, pareció cambiar de ...
    ... tal manera que los fantasmas del pasado, quedaron ahí, en el pasado. Pero aquel presentimiento que se apoderaba de Ana, especialmente en su momento de soledad, no eran en vano. Ana compraba el pan en la panadería del barrio, cuando oyó que alguien la saludó. — Hola linda. —le susurraron desde atrás, mientras ella esperaba al lado del mostrador a que le entreguen el cambio. No le gustó para nada la manera en que la saludaron, sin embargo, giró para ver de quien se trataba. Su corazón dio un vuelco. Se trataba de Alberto. Aquel tipo que había aparecido con su ex amante Federico, en su departamento. Sus rasgos aborígenes eran más evidentes a la luz del día. Ana no lo saludó, lo que hizo que la mujer que la estaba atendiendo advierta la tensión. Ana agarró el cambio, y lo metió, apresurada en su billetera. Salió casi corriendo del local, pero la voz de la mujer que la había atendido la hizo parar. — Señorita, se olvida la bolsa de pan. —le dijo. Ana se sintió una estúpida. Tuvo que dar la vuelta y volver sobre sus pasos. Trató de no ver siquiera al tal Alberto, pero le fue imposible, porque era el mismo Alberto quien tenía la bolsa de pan en la mano, y extendía su brazo para entregárselo, con la sonrisa más falsa que Ana haya visto. Agarró la bolsa, con repulsión, y se fue del local, sin darle las gracias. Se preguntaba qué pretendía ese tipo con saludarla como si fueran grandes amigos. ¿Acaso pensaba que se iban a acostar de nuevo? Imposible. Eso nunca pasaría. Pero entonces Ana ...
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