1. Con la chica del aseo


    Fecha: 05/01/2018, Categorías: Tabú Autor: Arandirelatos, Fuente: xHamster

    ... vez, desnudos frente a frente. Su físico no era todo lo que hubiese deseado, pero yo ya estaba lo suficientemente caliente como para perforar lo que tuviera enfrente. Me aferré de sus dos tetas desnudas y las amasé.Estando detrás de ella disfruté del contacto de mi sexo con sus nalgas. La llevé al espejo vertical que estaba en una de las paredes para ver nuestro reflejo al mismo tiempo que sopesaba sus mamas. Besé la piel de su cuello y espalda recorriéndola hasta llegar a sus glúteos. Al estar hincado detrás de ella, metí mi cara entre sus dos gajos de carne. Volví a incorporarme pegando de nuevo mi sexo contra su cola. Uno de mis dedos se incrustó en su sexo y sentí por vez primera su tibieza interna. Fue éste el primer invasor en su húmedo sexo pero no pretendía que fuera el único.Con movimientos pélvicos comencé a chocar mi cuerpo con el suyo. Ella colocó ambas manos a los costados del espejo, apoyándose así en la pared mientras que yo continuaba golpeando mi pubis contra su suave trasero. Los chasquidos eran muy sonoros pero el volumen de la tele, allá afuera, era más, así que no temí que mi niño le picara la curiosidad.Yo veía su rostro en el espejo y comprendía que ella también lo necesitaba. María quería ser penetrada. No obstante, antes le pedí que se hincara y me hiciera el favor de tragarse mi miembro al natural, ella así lo hizo. Mamó cual becerro a vaca y con tal voluntad que casi me saca la leche.Después de su trabajo oral fui hacia mi pantalón de donde saqué ...
    ... un preservativo comprado para la ocasión. Tras enfundarme el pene con el profiláctico, me senté en una silla y, a su vez, le pedí que ella hiciera lo mismo pero sobre mí.María, con cuidado, se introdujo mi pene en su raja y comenzó a darse ricos y amables sentones. Me gustó ver sus expresiones en el reflejo del espejo. La muchacha no paraba de decir que le gustaba mi“pito” y aceleró sus rebotes. La condenada muchacha machacó mis“tanates” (como ella le decía a mis testículos) sin compasión. Adolorido de tantos sentones de la queridísima María, la tomé de la cintura y la induje a que cambiara su movimiento vertical por otro en el que, en vez de sacarse y meterse mi miembro a sentones, lo moviera en meneos circulares.—Bate mami, bate... como si estuvieras en la cocina. Báteme bien esos huevos —le dije y luego reímos.Después nos levantamos y la recargué frente al espejo para seguírmela cogiendo, esta vez parados. Me gustaba ver su rostro mientras la continuaba penetrando. Ella, apoyada en la pared, llegó a impulsarse tan fuerte hacía mí que en una de esas casi me caí de espaldas. Apenas pude librarme de un sentón en el suelo. Ella se rió diciéndome:“¡Cuidado... que si te lastimas luego qué le decimos a tu esposa”.Más tarde pasamos a su pequeña cama, que apenas tiene el tamaño de un diván (ahora pienso que comprarle una más grande valdría la pena). Allí tuve la oportunidad de gozar de una vista esplendorosa. Ella se colocó de a perrito, en cuatro, y yo detrás de ella me la ensarté ...