1. Mi cuñada Zayr


    Fecha: 14/04/2021, Categorías: Incesto Tus Relatos Autor: Fernando Morante, Fuente: computo.ru

    ... le tome una foto con mi móvil para tener un recuerdo de aquellas piernas.
    
    A partir de ese día, la miré de otra forma, buscando siempre ver un poco más allá de la ropa que traía encima. Como estaba recién divorciada, ella deseaba hacerle unos arreglos a su casa, por lo que me pidió ayuda y asesoría. Así que comenzamos a vernos con más frecuencia. Hice el diseño de las modificaciones que deseaba hacer en su casa, le asigne un equipo de trabajo para llevar a cabo las modificaciones y realizábamos las compras de los materiales juntos, puesto que al yo tener una constructora, las ferreterías me daban precios especiales con bastantes descuentos. Así que no fue problema reunirme con ella casi todos los días. Pude mirarle descaradamente las nalgas cuando se colocaba de espaldas frente a mí, para pagar o mirar algún producto. Puede mirarle las preciosas piernas ya que siempre la pasaba buscando en mi camioneta para ir a alguna ferretería y esperaba el momento justo de ella, al abrir las piernas y entrar a la camioneta para voltear y verle sus calzoncitos, unas veces negros, otras veces blancos. 
    
    En una ocasión, al dejarla en su casa, ella traía puesto un vestidito negro corto, y al intentar descender de la camioneta, se le atoró en el asiento. No se dio cuenta hasta que sintió el aire frío: tenía el vestido hasta la cintura por la parte de atrás, y traía un hilo dental negro y yo estaba viendo alucinaciones, sus preciosas nalguitas blancas coronadas por un bikini negro era más ...
    ... de lo que podía soportar. Ella se dio cuenta que la miraba y se sonrojó, pero no dijo nada. 
    
    En otra reunión familiar estábamos sentados en el jardín y ella estaba frente a mí. Traía una falda ajustada, la conversación y los chismes estaba tan interesante, que no se percato de su abrir y cerrar de piernas y estaba sentada de tal forma que su sexo quedaba casi totalmente expuesto y sus labios vaginales se contraían en espasmos, cada vez que ella se movía y yo me la imaginaba triturando algo que quizá traía metido en su intimidad. 
    
    A partir de ahí pude observarla otras veces, siempre vistiendo micro bikinis o hilos dentales, hasta que en un par de ocasiones se dio cuenta de que yo la estaba observando y se sonrojaba. Eso me hizo comprender que quizá estaba yendo demasiado lejos y volví a dejarla en paz. 
    
    De hecho, traté de alejarme lo más posible de ella. Hasta que se llegó la Navidad siguiente y tuvimos que reunirnos de nuevo. Ella vestía igual de sensual que siempre, pero yo trataba de ya no mirarla, traía un traje de esos como de ejecutiva, color gris, la falda corta, muy corta, casi llegando a la parte donde comienza el muslo y tan ajustada que se adivinaba el tejido de su hilo dental. Volví a caer en el hechizo de ese precioso culito y de sus piernas al natural, completamente afeitadas, sin pantimedias.
    
    Pero aun así, mantuve la distancia hasta que ella se acercó y me preguntó que cuánto había costado el vehículo nuevo que le había regalado a mi esposa, me decía ...
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