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(22) Los amores de Ana Etxeberría
Fecha: 28/12/2017, Categorías: Grandes Series, Microrelatos, Autor: Mister Neron, Fuente: CuentoRelatos
38 Otra vez se quedó dormido y otra vez se despertó atontado. La salsa aceitosa del pollo se le secó al cuerpo como una membrana anfibia y pegajosa. “Tengo que ducharme”, pensó el inspector Balaguer. No era mala idea. Además, apestaba a sudor rancio y a sexo de mujer. Tenía fluidos corporales femeninos por cada recoveco del cuerpo y de la cama. Incluso se quedaba pegado a las sábanas, de lo manchadas que estaban de semen, sudor, regla o flujo. Pero en ese momento Ana hizo acto de presencia desnuda y provocativa como ella sola. Pero iba acompañada de dos chicas desconocidas e igual de desnudas y sexis. -Vaya, hola –le gustó mucho lo que veía el policía. Se fueron acercando y rodeando la cama. -Ana, ¿qué intentas? Pero ninguna de las tres contestó. Simplemente se limitaron a agarrar cada brazo del policia y atarlo al cabecero de la cama con bragas. Los nudos eran resistentes y fuertes. Llegó un momento en que el inspector Balaguer no podía moverse de cintura para arriba. -¿Ya, chicas? –las miró Ana y ambas asintieron con la cabeza. -¿Qué es esto? ¿Un nuevo juego enfermizo de los tuyos? –sonreía el policía gustoso. -¿Te apetece follarnos a las tres? –puso Ana gesto de burla. -Claro, sois putas. ¿Y qué hacen las putas? Pues sexo. -Me sorprendo yo misma de lo buena que soy. -¿A qué te refieres? -Tu alto grado de machismo equivale a mi retorcida perversión. -No entiendo… -Mientras más influencia ejerzo sobre ti más cabrón y misógino eres. Y por lo que veo hago un trabajo de ...
... matrícula de honor. -Deja de hablar y sube a mi polla. -Te lo dije. A mi nadie me ordena ni me controla. Yo sí. -¿Entonces esto de qué va? ¿No hay sexo? Quiero mi orgasmo. -Eres patético –meneó Ana la cabeza de forma negativa. -¿Yo soy patético? Mírate al espejo y verás un monstruo reflejado. Tú me has convertido en esto. Así que dame sexo o arranco el cabecero a tironazos. -No creo que puedas. Es madera de pino. Lo tendrás un poco difícil. -Ven aquí y dame sexo. Lo necesito. Por favor. No puedo esperar más. Tengo polla para las tres y repetir con cada una. -Me has decepcionado, César. Te creía más hombre. -¿Quieres comprobar lo hombre que soy? Sólo necesito tu coño cinco minutos. Sin mediar palabra, una de las chicas lo azotó con un cinturón en el pecho. -¡Au! ¡Cabrona! ¡Eso duele! Pero la otra chica también empuñó un cinturón de cuero, y Ana igual. -Chicas, ¿preparadas? -¿Qué es esto? ¿Qué vais a hacer? -Lista. -Y yo. Demos una lección a este follacoños. -¡A por él! –gritó Ana. Fueron ocho minutos agonizantes de latigazos con los tres cinturones. La carne llegó a desgarrarse y la sangre fluir y salpicar las paredes. Ana y sus dos amigas acabaron exhaustas, y el inspector Balaguer hecho un cuerpo ensangrentado y transformado en un jirón deforme. -Buen trabajo, chicas –valoró Ana el esfuerzo-. Choca. -Guay. -Choca. -De puta madre. Se palmearon las manos y retrocedieron. -Esto va para mi colección gore –hizo Ana las fotos de rigor al policía. Le saltaron varios dientes, la mandíbula ...